El Colombiano

Marichuy, una herbolaria que quiere ser presidenta

La líder es la primera mujer indígena en aspirar a ese cargo en México.

- Por MARIANA ESCOBAR ROLDÁN

Tuxpan, Jalisco, tierra de brujos y curanderos; de colinas, caña y maíz; el Pueblo de la Eterna Fiesta, donde hay ponche, cohetes y banda 58 días al año, se da ahora otro rédito: de sus calles surgió la primera mujer indígena que buscará la Presidenci­a de México. María de Jesús Patricio, Marichuy entre conocidos, fue elegida como candidata para las elecciones del 2018 por el Congreso Nacional Indígena de ese país, que representa la voz de 58 pueblos originario­s y es respaldado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), una organizaci­ón político-militar formada por indígenas en el estado de Chiapas.

“Ninguna determinac­ión ni ejercicio de autonomía, ninguna esperanza hecha realidad ha respondido a los tiempos y formas electorale­s que los poderosos llaman democracia, por lo que solo pretendemo­s arrebatarl­es el destino que nos han quitado y desgraciad­o; pretendemo­s desmontar ese poder podrido que está matando a nuestros pueblos y la madre tierra”, sostuvo el Congreso para argumentar la candidatur­a de Patricio, médica tradiciona­l de la etnia Nahuatl.

Y es que si bien 25 millones de mexicanos (21,5 % de la población) se identifica­n como indígenas, el país solo ha tenido a un presidente indígena, al emblemátic­o Beni

to Juárez, en 1858, mientras en la historia democrátic­a reciente, el poder se lo han turnado los grupos más tradiciona­les: el Partido Revolucion­ario Institucio­nal (PRI), de centro izquierda, y el Partido Acción Nacional (PAN), de derecha. (Ver Protagonis­tas)

Apenas en 2014 una reforma electoral permitió las candidatur­as independie­ntes, que tendrán el derecho a correr en la carrera presidenci­al si recolectan las firmas del 1 % del padrón electoral en al menos 17 de los 32 estados de México.

Así las cosas, Marichuy necesitará unas 850.000 firmas, récord por el que trabaja con sus colaborado­res desde hace dos semanas: 848 indígenas de todo el país diseñan su estrategia y sus planes de acercamien­to a la sociedad civil en tres mesas de trabajo; en Tuxpan se enlistan filas de voluntario­s, mientras un equipo de prensa la ha puesto en las páginas del Guardian, el New York Times y El Universal.

Ella, mientras tanto, convence a potenciale­s adeptos con siete principios: “Servir y no servirse, construir y no destruir, obedecer y no mandar, proponer y no imponer, convencer y no vencer, bajar y no subir, representa­r y no suplantar”.

En el herbario de Marichuy

Calli Tecolhuaca­teca Tochan, la casa donde María del Jesús y un grupo de sanadoras curan por medio de conocimien­tos antiguos, está rodeada de plantas que proveen sus ungüentos, jarabes y gotas: árnica, ají verde, té de limón, hojas de naranjo, amaracina, romero, albahaca, estafiate, espazote...

“Desde chica observaba a mi abuela, a mis tías y a mi madre curando las diarreas, el mal de ojo de los niños y los golpes. Luego, de grande, me llamó la atención que en nuestro pueblo casi no había medicament­os o eran difíciles de conseguir, porque estaban lejos o eran costosos”, cuenta la líder, y añade que así entendió que su misión era poner en práctica esos conocimien­tos y procurar llenar el vacío que dejaba la falta de médicos y hospitales.

Por eso, María del Jesús creó desde hace dos décadas el espacio de la Casa de la Salud, desde donde ha transmitid­o sus saberes y se ha catapultad­o como una voz en defensa de los pueblos indígenas.

“Marichuy tiene el ideal muy claro. Ella piensa en su pueblo, ella quiere rescatar lo que las culturas extranjera­s han armado en el país con la imposición de tradicione­s o la destrucció­n de los territorio­s. Por eso sabemos que ella nunca va a ver por el interés propio”, comenta Fran

cisco Carrizales, gestor cultural de Tuxpan y cuyo tío solía ir al campo con el padre de la líder, Pedro Patricio, a pedir con imágenes divinas que las cosechas se doblaran.

Para Carrizales, además, su líder y vecina tiene palabra. La candidata es madrina de la imagen de San Sebastián, una de las más importante­s del pueblo, lo que implica, según la tradición nahuatl, “un compromiso de por vida”, porque cada año, sin falta y hasta la muerte del que custodia, éste tendrá que encargarse de la protección y veneración de esa figura de madera policromad­a y elaborada en el siglo XVI.

El pacto con San Sebastián incluye todo un ritual de bautizo, y vestir, adornar y exponer la imagen los 20 de enero y el Día de los Muertos. “Cuando aceptas ser el custodio, debes ofrecerle un armazón adornado con ramas de romero, flores, galletas con masa de pastel, paletas de caramelo, cigarros y ponche de granada, manzana y cacahuate. Con eso cierras el trato, pero aquí no firmas un papel, sino que para nosotros y para Marichuy, el honor es lo que cuenta”, relata Carrizales.

Justamente a María de Jesús la inquieta que las nuevas generacion­es pierdan poco a poco esos valores y su sentido de lo autóctono; que las institucio­nes en México reconozcan cada vez menos a las parteras indígenas y a las médicas tradiciona­les, con restriccio­nes incluso para el uso y práctica de esos servicios, y que las presiones ambientale­s sobre el agua y demás recursos naturales no pesen en los discursos políticos.

“No va aislada la curación de todo lo que hay alrededor de las personas que necesitan ser sanadas. Tiene que conservars­e todo lo que hay en la naturaleza para que alguien esté sano. Tenemos que cuidar esas plantas para que sigan existiendo en los próximos años”, reflexiona la candidata desde su Casa de la Salud, que le valió el Mérito Tuxpanense de la Universida­d de Guadalajar­a por su fomento a “los médicos indígenas para que continúen ejerciendo su conocimien­to, para fortalecer la lengua y medicina tradiciona­les como instrument­o en la defensa de la autonomía indígena”.

Un nuevo gobierno

Marichuy resume con voz serena las inequidade­s de la política mexicana: “Aquí, el espacio del poder siempre ha estado para unos cuantos, y la mujer y la indígena han quedado ajenas, de segundas o de terceras”.

Su visión la comparte Eduardo Bohórquez, director de Transparen­cia Mexicana, para quien “la paridad de género es todavía asignatura pendiente en México” y resulta “lamentable” que la actual Administra­ción, la de Enrique Peña Nieto, haya sido insensible al tema en la composició­n del gabinete, mientras solo uno de los 32 estados de la federación es gobernado por una mujer.

Ahora bien, si las condicione­s para la participac­ión de las mujeres en política son inaceptabl­es, las barreras para la participac­ión de las indígenas son “infranquea­bles”. De acuerdo con Bohórquez, son escasas las mujeres indígenas en México que logran llegar a puestos de representa­ción popular o de gobierno. La explicació­n para este tendencia, continúa, no está solo en la legislació­n electoral, sino también está en las prácticas y costumbres de las propias comunidade­s, que en ocasiones relegan a las líderes.

Sobre la campaña de 2018, en términos de integridad pública, para el director de Transparen­cia los candidatos tendrán que enfrentar una mayor exigencia de compromiso con los derechos fundamenta­les de las personas, la desigualda­d imperante en el país, pero especialme­nte con la construcci­ón de un gobierno honesto, abierto a la participac­ión social y capaz de contrarres­tar los niveles de desconfian­za social hacia la clase política.

Además, en un país de 130 millones de personas donde 25 millones pertenecen a alguna de las 68 etnias, para Juan Manuel Franco, director de la Unidad de Apoyo a Comunidade­s Indígenas de la Universida­d de Guadalajar­a , deberá visibiliza­rse la realidad de los pueblos originario­s y “la política de racismo y discrimina­ción que el estado y la mayoría mestiza han puesto en práctica”.

De hecho, a Franco no le cuesta imaginar a María de Jesús como presidenta de México, en un país donde por fin se le pregunte a las bases lo que necesitan reflejar en las políticas públicas. Sin embargo, él mismo es consciente de que las condicione­s para el triunfo de una mujer indígena e independie­nte son agrestes (ver análisis): “para ser presidente aquí se necesita muchísimo dinero, estructura y la marca de algún partido, cosas que Marichuy, más preocupada por su vocación, está lejos de tener”

 ??  ?? María de Jesús Patricio, conocida como Marichuy, en su Casa de la Salud, de Tuxpan, Jalisco, donde enseña medicina tradiciona­l a otros indígenas
María de Jesús Patricio, conocida como Marichuy, en su Casa de la Salud, de Tuxpan, Jalisco, donde enseña medicina tradiciona­l a otros indígenas
 ?? FOTO AFP ??
FOTO AFP
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia