NO TENGAN MIEDO
Estas palabras dirigidas por Dios son frecuentes en los relatos bíblicos y aparecen tres veces dichas por Jesús a los apóstoles en el Evangelio de hoy (Mateo 10, 26-33). “No les tengas miedo, porque yo estaré contigo”, le había dicho Dios al profeta Jeremías (1, 8), quien sería perseguido por denunciar la idolatría y la injusticia (20, 10-13). La actitud de no tener miedo se relaciona asimismo con la exhortación del apóstol san Pablo a los primeros cristianos de Roma (Romanos 5, 1215), a que vivan en libertad, no esclavizados, por miedo, al formalismo de unos ritos externos, sino confiando en la gracia divina.
Los primeros cristianos sufrieron persecuciones por manifestar su fe, y sin embar- go no callaron y siguieron anunciando sin temor el mensaje liberador de Jesucristo. Toda persona que cree en Cristo está llamada a dar testimonio de Él, tanto mediante la palabra como a través de su comportamiento. Ante un ambiente adverso a la fe como el que se suele respirar en las circunstancias actuales, puede surgir para el creyente la tentación de ocultar su identidad como tal. Es entonces cuando el Señor le invita a no tener miedo, ofreciéndole la fuerza de su Espíritu para no dejarse llevar por la cobardía.
En la historia del cristianismo, los mártires -palabra proveniente del griego que significa quienes dan testimonio- han entregado su vida por ser fieles a Cristo. También hoy, en un ambiente que lleva a muchos a claudicar de sus convicciones ante el riesgo de poner en peligro la propia comodidad, el mensaje de Jesús es claro: no dejarse dominar por el miedo. ¿ Qué preferiríamos de las personas a quienes queremos: que la memoria que dejen de su paso por esta vida sea la de quienes fueron fieles a los principios éticos de honestidad y justicia hasta la muerte, o la de quienes por cobardía renunciaron a ellos?
“No tengan miedo: ustedes valen más que muchos pajarillos”. Lo que nos quiere mostrar Jesús con esta comparación es que estamos en manos de Dios, para quien cada uno de nosotros tiene un valor igual al de su amor infinito, y por eso mismo podemos confiarle todo lo que somos, nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro
Toda persona que cree en Cristo está llamada a dar testimonio de Él, tanto mediante la palabra como a través de su comportamiento.