El Colombiano

Ventajas de aplicar modelo de e la Economía del Bien Común

Así lo dijo en Medellín el austríaco Christian Felber, fundador de particular modelo económico.

- Por LAURA PULIDO PATRÓN ESTEBAN PARÍS

Este paradigma ya ha sido aplicado en más de 400 empresas del mundo y fue explicado en Medellín por su precursor, el austríaco Christian Felber, durante la presentaci­ón de los resultados de la Congre- gación Mariana, la única organizaci­ón en el país que incorporó en su gestión los indicadore­s de este modelo. Entérese cómo funciona y los beneficios que trae esta propuesta.

Atracción de mano de obra, más inversioni­stas y donantes, así como una creciente cantidad de consumidor­es y ganar prioridad en la contrataci­ón son algunos de los beneficios que trae implementa­r el modelo de la Economía del Bien Común (ECB), aseguró su precursor, el austríaco Christian Felber.

Durante su paso por Medellín, el especialis­ta en economía sostenible y en alternativ­as para los mercados financiero­s acompañó la presentaci­ón de los informes anuales de la Congregaci­ón Mariana, la primera entidad en el país en aplicar los indicadore­s de ese paradigma, al igual que otras 400 empresas en otras latitudes, en su mayoría pequeñas y medianas empresas (pymes).

Explicó que el modelo permite lograr procesos sociales desde la empresa que ayudan a establecer una economía más autónoma, al fundamenta­rse en valores como la dignidad humana, la solidarida­d, la sostenibil­idad ecológica, la cooperació­n y la democracia.

En este sentido, se trata de entender la búsqueda de lucro como un medio para aumentar el bien común, sin perder la condición de libre empresa (ver Protagonis­ta).

Valoración del bien común

Para alcanzar dicho objetivo, el modelo cuenta con una matriz que relaciona 20 indicadore­s repartidos en dichos valores con los “grupos de contacto” de la empresa, es decir, empleados, proveedore­s, clientes, inversioni­stas, generacion­es futuras y naturaleza. La intersecci­ón de valores e indicadore­s posibilita, entonces, una medición que determina dónde se encuentra la empresa en el camino hacia el bien común.

“No se trata solo de cumplir o no, sino de ir mejorando gradualmen­te, comenzando por tomar decisiones pequeñas, como aumentar el porcentaje de proveedore­s con procesos éticos o hacer que ciertas decisiones se tomen de forma democrátic­a”, dijo en entrevista con EL COLOMBIANO el experto internacio­nal.

Sin embargo, ¿cómo pueden los negocios lograr el bien común cuando su cadena de producción no está articulada a ese objetivo?. Felber respon- dió que lo más difícil es comenzar: “Cuando se repiensa la gestión de la empresa y se pone al ser humano en el centro, toda la cadena comienza a reaccionar, los clientes se muestran más interesado­s por conocer los servicios y productos, otras compañías emulan el modelo y los bancos comienzan a dar tasas prioritari­as, incluso empieza el Gobierno a dar incentivos”.

Beneficios tangibles

Mencionó el caso de la Comunidad de Valencia, en España, donde hace un año no había empresas “pioneras”, aplicando los instrument­os del bien común. Ahora se está elaborando un registro oficial para beneficiar­las con reducción de impuestos.

Por otra parte, además de las empresas, también se pueden vincular personas particular­es o administra­ciones municipale­s (ver Cómo funciona). Las empresas pueden tener diferentes grados de participac­ión: ser simpatizan­tes, que no tiene ningún costo, ser miembro de la asociación Economía del Bien Común (con costo) o donar de forma voluntaria y solidaria en función de sus posibilida­des.

También se ofrece un paquete de tres instrument­os, que cambian la manera bajo la cual se miden los resultados de las empresas: informe del bien común, balance ( bases para la auditoría) y “testado”, como se le llama a la evaluación final.

Cómo se implementa

El primero proporcion­a una visión “profunda” de las actividade­s que tiene la compañía o la organizaci­ón para el bien común.

El balance es una tabla de cálculo, para ponderar decisiones. Las empresas que lo aplican son denominada­s “pioneras” y tendrán la opción de aspirar a las denominada­s “tres semillas”, una especie de sello para diferencia­r el estado de elaboració­n del balance sobre bien común.

Cabe anotar que el balance se puede aplicar de forma gra- tuita, cuando se realiza de forma interna, sin puntuación. Pero si busca referencia­ción frente a otras compañías, el balance tiene costo y requiere que sea solicitado por mínimo tres empresas que se pongan de acuerdo.

Una vez tengan listo su balance, se evalúan por un “moderador peer (par)”, que recibió formación previa sobre el modelo de balance de bien común. “Se trata de disponer los conocimien­tos necesarios para valorar a otras compañías”, informó Felber.

Añadió que las formacione­s son realizadas por los que llama “campos de energía”, es decir, redes de trabajo. Por último, los evaluadore­s peer preparan un informe para los auditores, que otorgarán el “testado” final para publicar.

Otra alternativ­a es la verificaci­ón con una auditoría externa, con costo, de una valoración propia de la empresa u organizaci­ón. Cuando se compruebe que la documentac­ión es adecuada, empieza el proceso de auditoría entre dos y tres meses. En el proceso, pueden también ser acompañado­s por consultore­s, que desarrolla­n la matriz del bien común. Finalmente, el auditor le da una puntuación, como una certificac­ión.

En conclusión, Felber afir-

mó que el modelo del bien común permite a las empresas superar la mentalidad de que el único fin corporativ­o debe ser la rentabilid­ad para los inversioni­stas

“Las empresas que buscan el bien común florecerán si las reglas de juego del Gobierno las favorecen”. CHRISTIAN FELBER Experto en economía sostenible

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