EL RETORNO DE REINAS Y REYES
Luego de meses de especulaciones, entrevistas que decían sin decir y trinos que insinuaban, pero no comprometían, Cristi
na Fernández de Kirchner anunció que será candidata al Senado argentino en las elecciones legislativas de octubre. En un país acostumbrado a los cataclismos políticos, no se habla de más. Cristina -como la nombran fieles y contrarios- pretende tantear el piso movedizo del poder con una silla legislativa y luego, si los pasos son firmes, aspirar a la Casa Rosada en el 2019 para desbancar a su gran opositor Mauricio Macri.
Lo curioso del caso es que el giro en “U” no es exclusivamente argentino y, por el contrario, resulta sintomático en buena parte de Suramérica. Los viejos mandamases del Ejecutivo, dados por muertos hace un par de años, destapan sus anhelos de volver a los tronos.
En Brasil el camino se abona para un regreso de Lula da Silva. Con la desgraciada presidencia de Michel Temer, acusado desde todos los flancos por denuncias de corrupción, el Partido de los Trabajadores resurge y se propone como salvación, impulsa- do por los recuerdos de los buenos años de crecimiento y la bonanza económica.
Sebastián Piñera, desde el otro extremo ideológico, ya anunció su intención de ser, nuevamente, el presidente de los chilenos, siempre sustentado en la impopularidad de Mi
chelle Bachelet y su complejo segundo mandato. Y en Ecuador -como lo habíamos advertido en esta columna- ya hay críticas de Correa a su sucesor, aun cuando este salió de sus mismas entrañas y lleva apenas un mes en el poder. Rápidamente escucharemos el necesario regreso del caudillo original.
Por Colombia levantan la mano Uribe y Pastrana, dos hombres que, aunque se destrozaron mutuamente en el pasado, ahora prometen entre abrazos una alianza para el 2018. La renovación de la política y su nueva sangre. La muestra clásica de incapacidad para hacerse a un costado.
Pero como empezamos con Argentina, cerremos con ella. Hace unas semanas Axel Kici
llof, ministro de economía en los últimos años de Cristina, cuestionó la situación del país, la inflación y los absurdos precios de servicios y alimentos básicos. Un periodista preguntó si no existía algún tipo de autocrítica, tras más de una década de kirchnerismo. Kicillof respondió que sí. Que se quedaron cortos de tiempo para profundizar el modelo. “Nos faltaron diez o quince años”, dijo, sin ningún asomo de vergüenza