LA FUERZA DE LA IZQUIERDA POPULISTA
En Colombia están dadas las condiciones para que surja una alternativa populista, que puede ser de derecha o de izquierda. En mi columna anterior mostré cómo el populismo de derecha, liderado por Uribe, puede con el apoyo de quienes ganaron el plebiscito y de las comunidades cristianas y evangélicas, ganar las elecciones y llevar al poder a un populista con discurso moralista y cristiano, como es Órdóñez.
Una condición básica para que emerja el populismo de izquierda es que se produzca una crisis orgánica en la sociedad. Es decir, “cuando las instituciones han dejado de convencer a la gente, cuando la cohesión nacional se ha perdido o dañado, entonces es cuando se crea la posibilidad de que la técnica discursiva del populismo pueda generar un nuevo convencimiento” (Villacañas).
La crisis orgánica en Colombia se puede describir así: hay una profunda desesperanza de las mayorías frente a las instituciones democráticas determinada por la corrupción; la clase política actúa cínicamente y desprecia las exigencias de la ciudadanía; el proceso de paz ha producido una polarización de la sociedad; en los últimos años se ha dado una acción espontánea de las masas, una nueva política, que pretende ponerse por encima de los partidos y políticos tradicionales. Están pues dadas las condiciones para que pueda irrumpir un populismo de izquierda que construya lo político creando un pueblo que sea un agente histórico del cambio.
¿Pero quien puede ser el líder populista de izquierda? Este no podrá salir de las filas de las Farc porque ellos no cuentan con credibilidad democrática. En la izquierda y en el centro hay una serie de líderes como Clara López, Claudia López, Robledo, Fajardo y Navarro. Pero ellos no son populistas y quieren centrar el debate en la educación y la corrupción.
Queda Petro que tiene la ventaja de que ya estuvo en el poder como alcalde. Pero tiene la desventaja de que ejerció el poder siguiendo la equivocada fórmula del chavismo. Chávez simbolizó el proceso por el cual el ideal democrático degeneró en formas autocráticas y plebiscitarias de aclamación a un líder construido como la encarnación del pueblo. Chávez se proyectó como un líder de izquierda que buscaba construir una sociedad justa, pero terminó utilizando arbitrariamente el poder contra los críticos, destruyendo las instituciones liberales y democráticas y paralizando la economía.
Petro cometió errores administrativos en la transformación del sistema privado de basuras en un sistema público y generó detrimento patrimonial al Distrito Capital y cuando fue investigado buscó movilizar al pueblo contra las instituciones que lo investigaban.
Tenemos entonces en Colombia las condiciones para que el populismo de izquierda pueda generar un nuevo convencimiento entre las masas, una nueva visión política. Pero la izquierda debe examinar primero por qué fracasó el populismo de izquierda en América Latina y cómo podría ser posible plantear de otra forma el asunto de la profundización de la democracia. Y esto hay que hacerlo antes de que la derecha populista haga trizas la paz