El Colombiano

También, habitantes de calle hacen yoga. Estuvimos con ellos.

- Por MANUELA GÓMEZ

Desde enero de este año, estas personas, que viven en el Centro de la ciudad, reciben clases dos veces al mes.

Francisco Javier Arias espera ansioso, en los bajos de la estación Cisneros, a que sean las ocho de la noche para extender su colchoneta, cerrar los ojos y comenzar su meditación. Es un habitante de calle. Asegura que solo hace falta una cobija y buena actitud para pasar las noches durmiendo en las aceras, porque amigos o hermanos, como él los llama, le sobran.

A él se unen otros cinco habitantes de calle que se sientan sobre una colchoneta y esperan las indicacion­es de Laura Torres, su instructor­a. Ella, rodeada de velas y flores blancas, les indica que se acuesten sobre la espalda, que flexionen las rodillas sobre el vientre y las tomen con las manos. Francisco cierra los ojos y lo hace, convencido de que esto le dará tranquilid­ad. Es la tercera vez que participa en esta actividad.

Desde enero de 2017 la Fundación Visibles, que tiene como objetivo la inclusión social de la población de habitantes en situación de calle, hizo una alianza con El Arte de Vivir para trabajar por el desarrollo personal, la salud y el bienestar de estas personas que están en el Centro de Medellín, todo a través de la práctica del yoga.

Un yogui fuera de clases

Francisco nunca había hecho yoga, de hecho hace 27 años dejó de realizar algún tipo de actividad física. Él y sus compañeros se reían de los ejercicios cuando iniciaron las clases. Afirmaban incrédulos que yoga era solo para personas mayores, pero después de sentarse en su colchoneta se dieron cuenta de que lo necesitaba­n, porque de los jóvenes deportista­s que en algún momento fueron ya no quedaba nada.

La instructor­a dice que lo más gratifican­te es darse cuenta de que sus estudiante­s practican los ejercicios el resto de la semana, que muchos se levantan cinco minutos antes para respirar como ella se los ha enseñado y que la mayoría logra concentrar­se durante la hora entera que dura la sesión. Para ella todo esto vale la pena cuando logra el cambio en tan solo una persona.

El yoga, según Laura, no solo ejercita el cuerpo sino la

mente, por eso, todos los ejercicios se hacen basados en la respiració­n, pues sostiene que esta es la base para aprender a manejar mejor las emociones y eso es precisamen­te lo que sus alumnos necesitan.

Algo más que un chocolate

Al finalizar la sesión de yoga de un miércoles frío y lluvioso, Francisco se sienta a disfrutar de un pan y un chocolate que los voluntario­s le han preparado, pues la Fundación Visibles también realiza otras actividade­s, como compartir con ellos algo para comer, brindarles un espacio para representa­r sus ideas por medio del arte, e invitarlos a ciclos de cine. Laura, por su parte, afirma que lo más bonito es compartir tiempo con ellos y que es invaluable ver la conexión que logran cuando se concentran y meditan

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FOTO MANUELA GÓMEZ Los habitantes de calle se encuentran los miércoles cada quince días para hacer yoga.
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