¿HASTA CUÁNDO?
Abro este comentario manifestando mi solidaridad con los familiares de las víctimas en la tragedia de Guatapé. Es doloroso que estas cosas pasen por imprudencias o descuidos. Hay que redoblar los controles.
En el último artículo recordaba el “golpe de opinión” que se dio por parte de Rojas Pinilla en 1953 ante el descontento del pueblo colombiano con el gobierno. Cuatro años después, otra vez el descontento del pueblo y la pérdida de confianza por la corrupción del alto gobierno, se organizó la desobediencia civil que se convirtió en un paro total. La banca, la industria, el comercio, el transporte, la educación y todas las actividades en Colombia se paralizaron. Sin un solo acto de violencia, sin una sola bala, no exagero, sin un solo puñetazo el gobierno entendió lo que pasaba y se hizo a un lado para entregarles el manejo del Estado a cinco generales de la República, terminar el período y convocar a elecciones democráticas sin fraude. Empezó el período del Frente Nacional para reorien- tar el país. El acuerdo entre los dos partidos y los compromisos adquiridos se cumplieron sin mentiras, sin falsas promesas, sin traiciones y se hizo la paz sin premios para los violentos. Esto es solo un corto recuento de la historia reciente. El resto se lo dejo a la imaginación del lector.
Estamos en la peor época que he vivido en estos ya casi 83 años que me ha dado el Señor. La imagen positiva del presidente en el 13 %, el petróleo por el suelo en precio, en producción, exploración y con unas reservas para solo cinco años. El crecimiento económico preocupante, las exportaciones bajan, el comercio en receso, la producción industrial a la baja, la inversión en infraestructura paralizada, las promesas hechas para arreglar conflictos sin apoyo cierto, los impuestos al alza.
Los congresistas se aumentan el sueldo que cobija tam- bién a los ministros, a las altas cortes, procurador, contralor, fiscal y todos los altos ejecutivos del Gobierno Nacional. Para el resto de los servidores públicos no hay recursos.
Por otro lado, cercenan el territorio antioqueño para conjurar un paro en el olvidado Chocó. Para lograr que el número de habitantes que exige la ley para un municipio, le asignaron otros tres corregimientos de Antioquia que no figuraban en los reclamos del departamento vecino.
Los cultivos ilícitos, para la producción de la droga, aumentaron en un 500 % en el gobierno de Juanpa (como le gusta que le digamos). No se volvió a asperjar con glifosato, no se volvió a bombardear un solo campamento protector de cultivos y laboratorios. La elaboración de la cocaína es más eficiente y la producción aumentó en más de ese 500 %.
Pero entregaron las armas, dirán. Me pregunto y les pregunto a los lectores: ¿En lo que nos han presentado en la televisión han visto un solo fusil que es el arma que normalmente cargan los guerrilleros? ¿Han visto el número de armas que contó el comandante Carlos que era el guerrillero que recibía las que entraban por el sur de Colombia? Nos han metido los dedos a la boca y no somos capaces de morder.
¿Qué solución tendrá Colombia? Los invito a que la busquemos
Estamos en la peor época que he vivido: nos han metido los dedos a la boca y no somos capaces de morder.