El está de vuelta
El único colombiano practicante del boxeo tailandés se proclamó campeón intercontinental en ese lejano país.
Una y otra vez, Eddie
Vendetta ha aguantado el dolor de la derrota. Antes de su más reciente pelea -esta semanalo había soportado tres veces. Resistió y afrontó esos momentos a la par de una larga espera para recuperarse de varias lesiones.
Vendetta es el nombre de batalla del colombiano
Édgar Otálora, el practicante de muay thai, quien hace carrera en Tailandia desde cuando, a los 16 años de edad, decidió dejar el barrio Las Cruces, de su natal Bogotá, para aventurarse en el áspero mundo de las artes marciales mixtas. En España aprendió de esa práctica, empezando por el kick boxing.
Superando toda clase de infortunios, sin estudios, sin respaldo del Estado, con poco dinero y hasta viviendo lejos de sus seres queridos, Vendetta -apodo adquirido de su nombre de pila y de la acepción venganza, en latín, algo así como “la venganza de Édgar”- se ha forjado un historial en el reino del muay thai, en el que, finalmente, acaba de coronarse campeón intercontinental reconocido por la WMC (World Muaythai Council, por sus siglas en inglés, entidad oficial que rige los destinos de esta disciplina).
A sus 34 años, Otálora asume este éxito -derrotar al local Phet Thai en las 175 libras-. Este hecho se suma a su historial después de haber conseguido los títulos en España, Koh Samui (Tailandia) e Irán. Su récord de peleas, que no lleva ni recuerda, pasa de los 70 pleitos, 25 perdidos. Primer campeón colombiano de muay thai.
“Tan preciado trofeo de la entidad más importante del planeta, que sólo tenía cabida en mis sueños, me ha llegado a punta de trabajo puro y duro. Y sobre todo de no tirar nunca la toalla, independiente la situación en la que haya estado”, expresa Eddie al referirse a esta conquista, al tiempo que advierte que posee la gran virtud del luchador: jamás dar un paso atrás. “No ha sido fácil pues me ha tocado aguantar y resistir, esta es la cualidad del ganador: la habilidad de enfrentar la derrota una y otra vez, sin jamás rendirse’’.
“Día a día, durante ese largo tiempo entrenando duro para fortalecer mi cuerpo y el espíritu al máximo... Me ha tocado partirme el lomo por estas tierras, pegándome con lo mejor de mi peso en los últimos años, hasta incluso pactar peleas lesionado y en malas condiciones”.
No en vano, el éxito que ahora celebra -amasado con duras pruebas en su vida: estando en hospedajes, entendiendo lo esencial de ese extraño idioma, aprendiendo a comer poco y separado del afecto de su gente y del reconocimiento de un país que omite sus gestas- se lo ofrece a su esposa Elvira
Hancock, sus hijos y familia por el respando en la distancia; a Einar J. Herbas, quien le ha brindado ayuda en la preparación de las peleas; a su mentor Ralph Beale Lamai Muaytha; a su entrenador Jack Wmc Samui; a Marie Shocx, quien le ha ayudado en temas de nutruición y fisioterapias. El mejor nakmuay (término que habla del practicante de boxeo tailandés) está de vuelta. “Y voy por más”, asegura Vendetta