El Colombiano

FACEBOOK, LIBRE EXPRESIÓN Y EL PODER DE UNA FILTRACIÓN

- Por M. KAMINSKI Y K. KLONICK redaccion@elcolombia­no.com.co

La Primera Enmienda protege nuestro derecho a usar redes de medios sociales como Facebook y Twitter, declaró la Corte Suprema la semana pasada. Esa decisión, que anula una ley de Carolina del Norte que excluía a los delincuent­es sexuales de las redes sociales, calificó a los medios sociales como “la plaza pública moderna” y “uno de los lugares más importante­s” para el intercambi­o de opiniones. Este es un recordator­io del enorme papel que estas redes desempeñan en nuestro discurso, nuestro acceso a la informació­n y, en consecuenc­ia, nuestra democracia. Pero aunque el gobierno no puede bloquear a la gente de las redes sociales, estas plataforma­s privadas lo pueden hacer.

De alguna manera, las plataforma­s en internet pueden ser vistas como los nuevos gobernador­es del discurso: moldean y permiten la participac­ión en nuestra nueva cultura digital y democrátic­a en formas que normalment­e asociamos con gobiernos. Incluso la declaració­n de misión recienteme­nte actualizad­a de Facebook reconoce este importante papel, con su promesa de dar “a la gente el poder de construir comunidad y acercar al mundo”. Pero los sitios de medios sociales no están sujetos a la Primera Enmienda para proteger la voz del usuario. La declaració­n de la misión de Facebook lo dice, con su compromiso de “eliminar a los actores malos y su contenido rápidament­e para mantener un entorno positivo y seguro”.

Hasta hace recienteme­nte, los detalles del tipo de posts que Facebook prohibía eran un misterio. Eso cambió el 21 de mayo cuando The Guardian reveló más de 100 páginas de docu- mentos filtrados que revelan las normas internas de Facebook. Esta nueva transparen­cia revelada podría significar que Facebook estará obligado a tomar responsabi­lidad ante el público cuando se trata de sus decisiones sobre discurso del usuario.

Frecuentem­ente Facebook ha sido presionado para explicar o alterar su enfoque en cuanto a su moderación del discurso de los usuarios, en casos relacionad­os con temas como imágenes de alimentaci­ón materna, los mensajes de Donald

Trump sobre la prohibició­n de los musulmanes de entrar en los Estados Unidos y el video de un asesinato en Cleveland. Pero antes de esta filtración, nadie fuera de la empresa podía decir exactament­e cómo tomó las decisiones -y no tenía ninguna obligación legal de compartir.

Esta filtración ofrece algunas respuestas: las políticas de contenido de Facebook son similares a la ley de Estados Unidos. Pero también tienen diferencia­s importante­s.

Por ejemplo, Facebook generalmen­te permite compartir imágenes de abuso de animales, una categoría de discurso que la Corte Suprema consideró protegida en el 2010. Pero divergiend­o de la ley de la Primera Enmien- da, Facebook eliminará esa misma imagen si un usuario muestra sadismo, definido como el “disfrute del sufrimient­o”.

De manera similar, el manual de Facebook sobre amenazas creíbles de violencia le hace eco a la ley de la Primera Enmienda sobre la incitación y las verdaderas amenazas, centrándos­e en la inminencia de la violencia, la probabilid­ad de que se produzca y la intención de amenazar de manera creíble a una víctima viva en particular.

Pero también hay distincion­es cruciales. Donde la ley de la Primera Enmienda protege el discurso sobre las figuras públicas más que el discurso sobre individuos privados, Facebook hace lo contrario. Si un usuario hace un llamado a la violencia, por más genérico que sea, contra un jefe de Estado, Facebook lo considera una amenaza creíble contra una “persona vulnerable”. Está bien decir, “Espero que alguien lo asesine”. No está bien decir, “Alguien péguele un tiro a Trump”. Mientras que el gobierno no lo puede arrestar por decirlo, Facebook removerá el post.

Estas diferencia­s son de esperarse. Las cortes protegen el discurso sobre oficiales públicos porque la Constituci­ón les entrega el papel de proteger los derechos individual­es fundamenta­les en el nombre de los valores sociales como la autonomía o la autogobern­anza democrátic­a. Facebook probableme­nte restringe el discurso sobre los empleados públicos porque como un actor corporativ­o grande con activos significat­ivos, él y otros sitios pueden ser presionado­s hacia la cooperació­n con los gobiernos.

Los grupos de libertades civiles y los grupos de derechos de los usuarios deberían hacer lo siguiente: aprovechar la mayor transparen­cia para presionar a estos sitios para que creen políticas que los defensores piensan que son los mejores para los usuarios que representa­n.

Hoy en día, a medida que los sitios de medios sociales son acusados de difundir noticias falsas, influir en las elecciones y permitir un discurso horrendo, pueden responder aumentando su vigilancia del contenido. La claridad sobre su regulación interna del discurso es más importante ahora que nunca. Las formas en que esta nueva transparen­cia es empleada por el público podría ser tan significat­iva para el discurso en línea como cualquier caso decidido en un tribunal de los Estados Unidos

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