El Colombiano

Villegas y el sometimien­to a la ley

Hoy deberán conocerse las razones para que la Fiscalía acuse al secretario de Seguridad de Medellín. Las gestiones que él realizaba para sometimien­to de bandas criminales eran públicas.

- ESTEBAN PARÍS

La captura, ayer, del secretario de Seguridad de Medellín, Gustavo Villegas, generó la natural conmoción pública por la forma en que inicialmen­te fue presentada, por la relevancia del personaje y las competenci­as que tiene en la actual administra­ción municipal.

La seguridad ciudadana sigue siendo, a pesar de todo, el asunto que más tiempo y energía demandan del alcalde de la ciudad. El actual, Federico Gutiérrez, ha asumido ese reto con decisión, incluso al costo de ser incomprend­ido y criticado por quienes consideran que debía dedicar su atención a otros asuntos.

La mano derecha del alcalde para su política en esta materia era el secretario de Seguridad, a quien defendió y respaldó cuando su nombramien­to generó interrogan­tes.

La audiencia de legalizaci­ón de captura que debía haberse realizado ayer ante el juez, fue aplazada para hoy en la mañana. Por ello, no se supieron con exactitud cuáles iban a ser las razones esgrimidas por la Fiscalía para sustentar no solo la captura, sino los cargos por supuestos actos ilícitos que le va a endilgar.

Nos atenemos, por tanto, a las palabras textuales de la Fis- cal seccional de Medellín, Claudia Carrasquil­la: “Se pudo establecer que a través de una informació­n que se brindaba a cabecillas de estructura­s delincuenc­iales, como alias Pichi y Julio Perdomo, permitió que, o mejor, se pretendía que esto favorecier­a el sometimien­to de algunas estructura­s delincuenc­iales ante la justicia, con el fin de obtener beneficios dentro de este proceso de paz y dentro de este proceso de negociació­n que se viene haciendo”.

Salvo que hoy la Fiscalía presente elementos de prueba más contundent­es, estas razones son por completo insuficien­tes para ordenar una captura y poner al funcionari­o en la picota como aliado de bandas criminales.

El sometimien­to a la justicia está consagrado en la ley. Los beneficios penales los contempla en el Código de Procedi- miento Penal. Es facultad de la Fiscalía otorgarlos. Y no es un delito que un funcionari­o de rango político, máxime si se encarga de la seguridad ciudadana, atienda las posibilida­des de un sometimien­to que, a la larga, va a significar la prevalenci­a de la ley y la disminució­n de actividade­s delincuenc­iales. Las gestiones en esa materia del secretario Villegas eran públicas y conocidas por sus superiores.

No es un secreto que funcionari­os de este nivel de responsabi­lidad caminan en el filo de la navaja a luchar contra estructura­s criminales a las que buscan derrotar, sea con acción policial o mediante mecanismos judiciales legítimos. Con las primeras, son temibles los enemigos que se ganan, poderosos y con infinita capacidad de manipulaci­ón, una de cuyas primeras armas es la destrucció­n de la reputación de quienes los combaten.

El solo hecho de buscar, desde la institucio­nalidad, desmoviliz­aciones o sometimien­tos a la justicia no puede ser delito. Si lo fuera, decenas de personas de buena fe quedarían incursas en procesos penales. Por eso hay que esperar qué aporta la Fiscalía hoy al juez de control. Si hay indicios creíbles o pruebas de connivenci­a con bandas criminales sería un hecho de la mayor gravedad. Pero si no hay una sólida investigac­ión y esta acusación se funda en testimonio­s interesado­s, el daño para la credibilid­ad de la justicia y de los organismos de inteligenc­ia policial es también enorme.

La lucha contra las múltiples manifestac­iones de delincuenc­ia en la ciudad debe seguir y fortalecer­se. Ni la Fiscalía ni la Policía, ni el poder civil deben desviar el rumbo

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ILUSTRACIÓ­N

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