LOS LÍMITES A LA AUTONOMÍA
Está claro que en mandarín el concepto de “autonomía” no se corresponde con lo que en otras lenguas significa este vocablo. En esta variable pekinesa del idioma chino pareciera que la “autonomía” es un concepto bastante más ambiguo que en otros idiomas y particularmente del inglés.
Solo así se explica que después de 20 años de la autonomía declarada del territorio de Hong-Kong, el jefe del Estado chino adelante una nueva interpretación de lo que para ellos tal término representa. Hasta hoy, Gran Bretaña, más ocupada con los temas del Brexit que otra cosa, no ha asumido una posición en torno a la interpretación que Pekín hoy le está dando al texto de los acuerdos que respaldaron, entre ambos países, la cesión de la soberanía de Hong Kong a China.
Pero ocurre que desde la capital de la gran potencia china han considerado preciso manifestar una posición de rechazo a los movimientos liberales que se han venido gestando recientemente dentro del territorio hongkonés, susceptibles de afectar la soberanía y seguridad y, sobre todo, la indivisibilidad territorial del gran gigante de Asia. Y la oportunidad para trazar la línea roja sobre la autonomía fue la del primer viaje de Xi Jinping a Hong-Kong y en presencia de su más alta autoridad, Carrie Lam.
El presidente Xi, consciente del carácter rebelde de la población de este territorio, no abrió espacios durante este viaje conmemorativo de la cesión de la ciudad a China por parte de los ingleses, para dialogar sobre temas que para la capital están cerrados. Los temas de autodeterminación e incluso los de una eventual independencia de China han estado siendo reclamados, con cierta estridencia, durante los dos últimos años por fuerzas localistas prodemocráticas, quienes han conseguido socavar notablemente la popularidad de Lam. Varias campanadas de alerta se han escuchado en la capital por el carácter blandengue de la máxima autoridad, quien no ha sido capaz de imponer el orden. Valga la pena señalar que la Sra. Lam fue designada unilateralmente por el presidente chino contando con el acuerdo del Partido Comunista
Profundizando más al interior de este impasse, es sensato preguntarse cuál es el destino histórico que Pekín, y Xi en particular, le reservan a su política de “Un país, dos sistemas” sobre el cual se debería sustentar la relación sui generis con Hong-Kong como Región Administrativa Especial, acordada con los ingleses hace dos décadas ya. El tema no es claro para los observadores cuando en la mente de Xi, el establecimiento de una Ley antisubversiva en Hong- kong debería tener lugar de inmediato.
Mientras la democracia no sea una aspiración de la población china en su conjunto y las organizaciones que la soportan no estén dispuestas a dar la batalla por ella; mientras la comunidad internacional no imponga exigencias determinantes e inequívocas en torno al respeto de los derechos de los ciudadanos, en Pekín no se mostrarán dispuestos a tolerar fisuras en sus esquemas totalitarios de manejo del Estado para otorgarles mayor beligerancia a los ciudadanos.
Eso es lo que en el fondo subyace en esta novedosa y original interpretación del presidente Xi de la política de “Un pais dos sistemas” que debería imperar aun por treinta años más