El Colombiano

El paisa que dejó el negocio del chance por un grano

- Por LAURA PULIDO PATRÓN CORTESÍA

El salgareño Víctor Maya pasó de los juegos de azar a producir café pergamino seco. Ayer, él y su familia fueron homenajead­os por la Federación Nacional de Cafeteros.

En el año 60, cuando Víctor Maya era un “sardino”, su mamá Silvia Ceballos empacaba a las 12 p.m. el almuerzo para que lo llevara al lugar donde su esposo, Heriberto, compraba café pergamino seco. Allí, fijando la mirada en los bigotes y el sombrero aguadeño de su padre, se quedaba dormido sobre sacos del producto que permitió anudar la economía colombiana al mercado mundial.

Ayer, el salgareño de 57 años, su exesposa y tres de sus cinco hijas fueron exaltados por la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, como “héroes de la caficultur­a”, por la labor de su empresa, Acresco. “Somos ejemplo de compromiso y trabajo en familia” es el título del reconocimi­ento (ver recuadros).

Pero, el motor del negocio no siempre fue caficultor. Hace unos 12 años llegó al sector “por accidente”, luego de 25 años en el gremio de las apuestas.

“Mi padre nunca tuvo afinidad con el campo. Salió de Salgar en la primera oportunida­d que tuvo”, relata su hija Daniela Maya Fernández, directora de Cafés Especiales y de Comercio Exterior de la compañía.

Víctor llegó hasta cuarto de bachillera­to y con un crédito por 50.000 pesos y 3 % de interés que le dio su papá, montó una marqueterí­a: “yo tenía claro que no quería ser empleado, para tomar riesgos”, cuenta el paisa.

Pero, tampoco se conformó con ese comercio. En 1981, con poco equipaje y con un capital de 200.000 pesos, se trasladó a Yarumal, Antioquia, donde además de conocer al primer amor de su vida, montó una oficina de chance, que, en los años que siguieron, alternó con prenderías, almacenes, droguerías, restaurant­es y ferretería­s.

En 1992, se trasladó a Medellín, pero en 2006 Maya Apuestas se fusionó con otras empresas del gremio de los juegos de azar para formar Apuestas Gana. “Mi papá quedó desocupado y, al mismo tiempo, mi abuelo se enfer- mó del corazón”, agrega Daniela. Por eso, volvió a Salgar a acompañarl­o .

De vuelta al café

Maya regresó para encontrars­e con dos nuevas pasiones. A Heriberto le hicieron una propuesta que no pudo rechazar: la venta de una finca que administró en 1964. “De una, papá”, dijo.

Comenta su hija que la ingenuidad fue el mejor aliado de su padre: “Al no saber nada de agricultur­a, no sabía en la vaca loca que se metía”. Ahora cultivan pergamino seco en La Bagatela, Villa Nueva, Pioresnada, La Loma, Arabia y el Mirador, las seis fincas con que cuenta el grupo empresaria­l.

El negocio tiene como columna vertebral producir café industria e incluye cultivos de banano, aguacate, plátano y tomate, en épocas de baja cosecha cafetera. En 2016, produjeron unas 80.400 arrobas (12,5 kilos por unidad de medida) de café pergamino seco. También cuentan con la fundación Toes (Todos a estudiar), vivero especializ­ado que provee semillas y una unidad de compra de cereza.

Pero Maya no se queda quieto. Tiene otra pasión: ofrecerles a adultos mayores, “sus muchachos”, una vejez digna, dejando un legado cafetero a una nueva generación, que ahora ve los frutos del hombre que pasó de tomar la siesta sobre sacos de café a producir el producto

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FOTO Víctor Maya y su padre Heriberto unieron sus fortalezas comerciale­s y cafeteras para crear una empresa que además de ser rentable, brinda bienestar a empleados y a comunidad.

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