¡ES LA ECONOMÍA, ESTÚPIDO!
Si bien es cierto que el panorama económico de hoy no luce tan mal como el de ayer –baja la inflación, reaccionan algunas actividades exportadoras y hay un tímido repunte de la demanda en los hogares– no se puede caer en el optimismo desbordado del ministro de Hacienda cuando proclama que “la economía está en franca recuperación”. Persiste la desaceleración en frentes económicos fundamentales, como lo reconocen calificadas instituciones académicas.
Por eso el alborozo del ministro es prematuro. Una economía que debería estar creciendo siquiera por encima del 4 %, a duras penas estará este año, en el mejor de los casos, rozando el 2 %, cifra cicatera que ahondará la inequidad social. Esa desigualdad social – medida por Gini– que en Colombia es mayor que en Venezuela, Nicaragua y Bolivia. ¿Dará esto para festinar?
El Banco de la Republica señala no solo que hay incertidumbre sino que la inversión extranjera directa se desplomó. Cayó en cerca de un 50 % en el primer trimestre del año. Muchos empresarios foráneos se desestimulan para invertir, al dudar de la estabilidad jurídica de un país que cambia de Constitución como si fuera ropa de trabajo. Y hay incertidumbre, no solo creada por la menor dinámica de la economía, sino por las dudas que existen en torno a la financiación con equilibrio fiscal que acarrean los grandes retos y compromisos que luego de la firma del acuerdo de paz ha contraído el país para que funcione y no sea una frustración más. No es descartable, además, para ahuyentar la inversión extranjera, el florecimiento de las consultas populares que, permeadas por demagogos, decapitan principalmente los proyectos legales y responsables del frente minero energético.
Pero la música alegre del ministro desafina. Hay una recesión industrial insoslayable. Es impresionante el desplome de la producción industrial en este primer trimestre. Cerca del 7 % cayó. El contrabando, según Fedesarrollo, la aporrea y la confianza de los consumidores no reacciona con la fuerza suficiente para darle manivela al florecimiento industrial. Las exportaciones que aumentan no salen propiamente de las empresas industriales, marcadas con alto valor agregado. Provienen esencialmente del sector primario de la economía.
En esta pugnacidad política se van olvidando los temas que deberían estar en lista para comenzar el debate electoral. Según el Dane, el desempleo se aproxima a los dos dígitos. Cerca de 180.000 personas reportaron estar desempleadas en mayo con respecto al mismo mes del año pasado. Y de encima se conoce que el país ha perdido en el último año cerca de 180 mil hectáreas de bosques, para albergar esencialmente minería ilegal y siembra de coca, que creció en un 52 % en el último año según la Onu.
Sin ser una visión apocalíptica, el hecho real es que la economía está débil. Y con una economía anémica es difícil reconstruir paz, ni puede el ministro Cárdenas entonar aleluyas. Ignoramos si ayer en el diálogo cafetero de Clinton con Santos, el gringo se atrevería a recordarle al colombiano, dada la debilidad de nuestra economía, su consejo, duro pero cierto: “¡Es la economía, estúpido!