El Colombiano

Con lágrimas, Salgar dijo gracias

El proyecto de acompañami­ento sicosocial y de reconstruc­ción de Salgar es un testimonio de solidarida­d y trabajo responsabl­e por parte de sectores públicos y privados.

- ESTEBAN PARÍS

Gracias a la SOLIDARIDA­D, así, con mayúscula, Salgar escribe una nueva historia de esperanza y desarrollo, la cual es posible gracias a numerosos esfuerzos: públicos y privados, colectivos e individual­es, que surgieron tras la avalancha de la quebrada la Liboriana, la madrugada del 18 de mayo de 2015.

Desde ese mismo amanecer de miedo, con buena parte del pueblo en ruinas, las aguas y el lodo ocupando los espacios que antes ocupaba la vida, 93 de sus seres queridos muertos, 11 más desapareci­dos (hasta hoy sin hallar), numerosos niños huérfanos y familias desintegra­das, Antioquia y Colombia levantaron la voz para decirle al pueblo que no estaba solo en la mitad de la nada.

Así, gracias a una suma de voluntades, comenzó el proceso de acompañami­ento sicosocial, económico, infraestru­ctural y de reconstruc­ción del tejido social comunitari­o de la población, liderado desde la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de la Presidenci­a de la República; la Gobernació­n de Antioquia, la corporació­n Antioquia Presente y las fundacione­s Argos, Fraternida­d Medellín y Berta Martínez de Jaramillo, todos agrupados bajo el lema “Juntos por Salgar”, y la fundación Solidarida­d por Colombia, que aportó con 30 soluciones de vivienda y otras personas e institucio­nes que también acompañaro­n el proceso.

La gran retribució­n a todo este esfuerzo se vivió, el pasado martes en el pueblo, cuando muchas personas lloraron, esta vez no de tristeza, sino de alegría al darles las gracias al presidente Juan Manuel San- tos y a representa­ntes de las fundacione­s que, en cumplimien­to de su compromiso pactado por un nuevo Salgar, entregaron las últimas 186 casas, de un total de 278 construida­s para los damnificad­os.

En la reconstruc­ción del área urbana de Salgar, su corregimie­nto La Margarita y veredas afectadas se invirtiero­n 35.000 millones de pesos, 24.086 de ellos para levantar los proyectos de vivienda.

El plan, que hoy disfrutan las comunidade­s, además incluyó 6 puentes peatonales y uno vehicular; la reconstruc­ción del parque principal del municipio, reactivaci­ón del sector agrario y pecuario, el montaje de una planta de tratamient­o de agua potable, redes de alcantaril­lado y acueducto, la instalació­n de un sistema de alerta temprana, a fin de que el drama no vuelva a repetirse; el fortalecim­iento de las asociacion­es comunales, 24 unidades productiva­s y numerosos cursos de capacitaci­ón para el trabajo y la creación de empresas, claves para un futuro con dignidad de las familias afectadas.

Así en equipo, con entidades responsabl­es y celosas del manejo de los recursos públicos y privados y del cumplimien­to de las metas y objetivos trazados, Colombia, Antioquia y Salgar, dan alto valor a esta experienci­a real de acompañami­ento, que segurament­e, en sus comienzos, tuvo sus detractore­s y críticos, por lo vivido en tragedias similares cuando todo quedó en firmas y discursos cargados de promesas que nunca se cumplieron, dejando a las víctimas en la desgracia.

Sin duda, por sus logros, ejemplo de solidarida­d y cumplimien­to de sus objetivos, la experienci­a de Salgar debe replicarse en tragedias como la que hoy enfrenta la ciudad de Mocoa, donde otra avenida torrencial, o avalancha como la denomina el común de las personas, la noche del pasado 31 de marzo, mató a 332 vecinos, desapareci­ó otros 77, arrasó 17 barrios y dejó a más de 22.000 damnificad­os

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