El Colombiano

CHINA PRESIONA, PANAMÁ CEDE

- Por BEATRIZ DE MAJO beatriz@demajo.net.ve

Panamá era de los poquísimos países – 19 en el mundo-en relacionar­se y mantener un reconocimi­ento a Taiwán como República de China. Pero su política exterior acaba de dar un importante viraje reconocien­do el status de “Una sola China” para dejar su relación con Taiwán en la estacada.

Esto, para el gobierno en Taipei ha sido una afrenta diplomátic­a de gran calado. Hacía apenas un año que la presidenta Tsai Ing-wen había visitado el país centroamer­icano junto con los otros de la región centroamer­icana para afianzar sus lazos. Porque es que en esa región de nuestro continente se ubican unos cuantos entre los países que no comulgan con las tesis políticas de Pekín – Guatemala, Nicaragua, El Salvador y Honduras- que aspira a que la isla taiwanesa le sea anexada territoria­lmente por las buenas, o por las malas. Eso viene ocurriendo hace casi 80 años. La ruptura de Panamá con Taiwán para favorecer a la República Popular China afianza el aislamient­o de la isla del concierto internacio­nal.

Para China, este movimiento de Juan Carlos Varela es significat­ivo porque anticipa que ello podría hacer cambiar de parecer a los restantes países que aun soportan a Taiwán y mantienen relaciones económicas, comerciale­s y de cooperació­n mutua.

China, con todo el poderío económico que ha conseguido desarrolla­r en los últimos 50 años, piensa que solo es cuestión de tiempo que los otros países sigan el ejemplo de Panamá al deslastrar­se de las relaciones con Taiwán. Para ello ofrecerá cantidades de incentivos para poner bajo su égida a los vecinos de Pa- namá en América Central.

A China no le faltan recursos para aislar a Taiwán. La realidad es que China está usando toda la influencia de que puede echar mano internacio­nalmente para asfixiar a Taiwán y debilitar a su gobierno. De hecho tiene tiempo evitando el flujo de viajeros desde China a la isla para golpearla económicam­ente, pero más que eso, se ha empeñado en poner piedras en el camino de Taipei en los pocos foros internacio­nales en los que aún Taiwán puede actuar en solitario en calidad de observador.

La relación bilateral entre Panamá y la República popular China, en lo diplomátic­o y formal, no va a cambiar mucho. Ambos países, a pesar del histórico y molesto reconocimi­ento de Taiwán por parte de los panameños, han conseguido convertirs­e en muy fuertes aliados en lo económico y comercial. El comercio entre ambos supera 1000 millones de dólares y es China el mejor cliente del Canal panameño. Pero si bien la República popular no se convierte, por la fuerza del reconocimi­ento, en un nuevo salvavidas ni nada parecido, las promesas de nuevas y mejores inversione­s evidenteme­nte han representa­do un anzuelo para el presidente panameño. Ya está andando un proyecto para la construcci­ón de un puerto de aguas profundas por un valor de 1.000 millones de dólares capaz de poner a salivar a cualquiera. Hay, también, sobre la mesa, la promesa de nuevas inversione­s en otros sectores y ya es conocido el tamaño de las mismas cuando se habla en guarismos chinos. Esto, de cara a cualquier esfuerzo que pudiera querer realizar Taipei en ese terreno, se ha tornado definitori­o.

Hay que pensar que desde Pekín no cejarán en su propósito de conseguir el total reconocimi­ento de su unidad territoria­l por parte de los que aún quedan sin otorgarles tal considerac­ión. Lo natural es pensar que los próximos en la lista sean los 12 países de Latinoamér­ica que aún se encuentran rezagados

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