EDITORIAL
En el I Foro Mundial del Café se avanzó en el propósito de impulsar el desarrollo sostenible y simétrico de la cadena. La caficultura colombiana debe centrarse en superar sus propias problemáticas y retos.
“En el I Foro Mundial del Café se avanzó en el propósito de impulsar el desarrollo sostenible y simétrico de la cadena. La caficultura colombiana debe centrarse en superar sus propias problemáticas y retos”.
La ciudad de Medellín fue anfitriona del I Foro Mundial de Productores de Café en el que participaron representantes de varios países productores del grano de África, Asia y América, además de otros actores de la cadena de valor del café.
Aunque fueron varios los temas tratados a lo largo de los dos días que duró el evento, el más determinante, como se expresa en la declaración final del Foro, tiene que ver con las asimetrías y las inequidades que se presentan entre los eslabones de la cadena.
En particular, los caficultores señalan que de los 200.000 millones de dólares que anualmente mueve la industria global del café, los productores reciben menos del 10,0 por ciento de dicho valor.
En este orden de ideas, los países productores consideran necesario asegurar la sostenibilidad de la industria bajo un enfoque de corresponsabilidad de todos los participantes en la cadena de valor.
Para tal propósito se aprobó la elaboración, de manera corresponsable por parte de los distintos agentes, de un Plan de Acción que, partiendo de la problemática que enfrentan las diversas caficulturas del mundo, defina los objetivos a alcanzar, el tiempo para hacerlos reali- dad y la financiación requerida.
Este esfuerzo debe ir de la mano de la gestión para asegurar “un compromiso de corresponsabilidad para sacar adelante” y financiar la ejecución del Plan.
Es válido que, frente a los desafíos y los problemas que enfrentan los productores de café alrededor del mundo, se busque crear los mecanismos para garantizar la sostenibilidad (ambiental, social y econó- mica) de la actividad cafetera.
Pero, mientras se avanza en la concreción de las iniciativas globales, el sector cafetero colombiano no puede perder su foco y, por tanto, debe centrarse en enfrentar las problemáticas, los retos y las oportunidades que tiene por delante, los que, entre otras cosas, no son nada fáciles.
Tanto en las exposiciones de los expertos y los funcionarios que participaron en el Foro como en las discusiones de las mesas de trabajo quedó claro que, para asegurar un desarrollo sostenible del cultivo del café, se necesita contar con una caficultura productiva, competitiva, incluyente y ambientalmente viable.
Pero, para hacerla realidad, se deben enfrentar algunos retos como son, por ejemplo, las consecuencias derivadas del cambio climático, las que seguramente obligarán a un rea- comodo en la geografía del cultivo y a la conservación y el cuidado de los recursos naturales en las zonas cafeteras.
Esta realidad demandará mayores esfuerzos en investigación de variedades que tengan mayor resiliencia, como lo afirmó el profesor Jeffrey Sachs. Esto conlleva avanzar en la transferencia del nuevo conocimiento a los productores para su aplicación en campo.
En el caso de Colombia se hizo un llamado a acelerar el programa de renovación de cafetales y a la utilización de las nuevas variedades resistentes a las enfermedades y de mayor productividad.
Igualmente, se considera necesario impulsar la línea de cafés especiales y acelerar los programas de formación empresarial entre los productores y especialmente entre los jóvenes que quieran incursionar en el negocio cafetero. Otro aspecto de gran importancia es el relevo generacional y la oferta laboral en las zonas cafeteras.
La muy buena situación económica que en la actualidad viven los cafeteros colombianos constituye una oportunidad para que, entre el Gobierno y el gremio, se apliquen las acciones que garanticen el desarrollo sostenible de la actividad cafetera nacional