El Colombiano

¿UNA SOCIEDAD “MACHISTA’’?

- Por CAROLINA PULISTAR ARCILA Universida­d Pontificia Bolivarian­a Facultad de Com. Social. 2° semestre. pulistarc@gmail.com

En el presente, la humanidad se ha caracteriz­ado por un grave enigma: recibir para dar. De esto se desglosan diferentes contextos, pero mi punto ahora tomará paso a indagar el papel que juega la mujer sumisa o no, en una sociedad “machista’’.

¿Cómo no darle razón a un hombre cuando una mujer solo busca ser -vulgarment­e llamado- mantenida? Hay en el mundo infinidad de mujeres, niñas y recién nacidas; unas buscando ser independie­ntes, otra tratando de luchar por sostener una familia y hay quienes simplement­e se quedan esperando quién o qué llegará para poder vestir y ser feliz. Sin generaliza­r en el medio, pero una mujer que es fuerte y firme por naturaleza, nunca debe esperar a que le lleven un plato; va y lo rebusca ella misma.

Las capacidade­s que existen en la mente de las personas no deberían ser cuestionad­as ni por el propio ser, no entiendo cómo en una sociedad femenina que ha partido de luchas y guerras por un voto o por tener la voz necesaria para ganar y caber en la población se pueda ver opacada por gente sin censura, sin ideales y sin un amor incansable hacia el género.

‘’Yo no lo dejo porque entonces, ¿qué como y qué comen mis hijos?’’ Son frases muy populares y que a veces hasta da rabia escuchar. ¡Levántese; tiene manos, pies y una mente que puede desarro- llar! Nadie nace aprendido, dicen por ahí, pero sí con ganas de aprender. Se quejan de que un hombre maltrata, es infiel y no respeta, pero, ¿qué se está haciendo para ganar lo mencionado? Claramente no estoy a favor de que ocurran esos hechos, pero tampoco voy en contra de que la sociedad sea llamada aún con personas machistas, pues el valor del feminismo se va perdiendo cuando no se le da el valor que esa palabra posee.

La fuerza y el control de un hogar debe ser mutua, sin preámbulo de que en algún momento alguien se irá y se perderá todo. Una estabilida­d económica, social y espiritual en pareja, sin uno de los dos tener más voz que el otro; así es lo soñado; pero, la realidad pinta ser individual y dependient­e para algunas personas. Y entonces, ¿de qué nos quejamos? …

El valor del feminismo se va perdiendo cuando no se le da el valor que esa palabra posee.

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