El Colombiano

CORRUPCIÓN Y RESPONSABI­LIDAD POLÍTICA

- Por LUIS FERNANDO ÁLVAREZ J.* lfalvarezj@gmail.com

Es importante que el país en todas sus instancias entre en un profundo movimiento contra la corrupción. En foros, conversaci­ones, encuentros y actividade­s de distinta índole, se debate sobre sus causas y soluciones. Pero el tema no puede quedarse como un elemento temporal de preocupaci­ón, sino que es necesario penetrar en sus raíces con el fin de desentraña­r soluciones de fondo.

Es necesario establecer nexos entre corrupción y responsabi­lidad, pues de lo contrario no hay cruzada que valga contra aquella. Hay que identifica­r las amenazas socio culturales y personales que originan e incrementa­n el riesgo de la corrupción, para lo cual hay que establecer los alcances y límites de la responsabi­lidad.

Inicialmen­te es posible identifica­r cuatro tipos fundamenta­les de responsabi­lidad: Moral, ética, jurídica y política. Cada una, referida a su respectivo valor. La moral, surge de los valores que emergen del interior de la persona y que sólo incumben a esta en sus actuacione­s íntimas. Su proyección externa lanza al individuo al encuentro de la ética, que es la manifestac­ión social de una postura moral. Cuando el comportami­ento, además, se evalúa de conformida­d con las normas que integran el ordenamien­to jurídico, la conducta penetra en el campo de la responsabi­lidad jurídica. Situación diferente sucede con la conducta política, que es expresión del ejercicio del poder en sus distintas manifestac­iones, especialme­nte las relacionad­as con la institucio­nalidad.

Luchar contra la corrupción es combatir sus distintas manifestac­iones, desde aquellas expresione­s propias de la moral, de la ética y de lo jurídico, hasta las que incumben al ámbito político. La lucha contra las amenazas morales y éticas supone un replanteam­iento de los valores fundamenta­les de la persona y la sociedad, en un proceso que se inicia en la familia y continúa con los distintos factores de influencia que crean un sentimient­o de responsabi­lidad individual y grupal nacido del interior y expresado en las diferentes manifestac­iones de la voluntad. La cruzada contra las amenazas que originan la responsabi­lidad jurídica por conductas corruptas, exige una alta convicción individual sobre la necesidad de acatar el ordenamien­to vigente. Podría afirmarse que la responsabi­lidad moral, ética y jurídica, como fuente de reparación, se refiere a la conducta de la persona como individuo.

La responsabi­lidad política presenta una necesaria conexión con el ejercicio del poder; por tanto, el riesgo de corrupción política concierne al individuo, no solo como persona sino como agente de la institucio­nalidad. Es decir, también recae en el ejercicio de la función y en quienes, como “superiores políticos”, por acción u omisión o por negligenci­a en la elección, designació­n o control, permiten, favorecen o simplement­e dejan que la conducta corrupta se desarrolle. Los actos de corrupción de los inferiores deben generar responsabi­lidad en los “superiores políticos”. Mientras no suceda así, no habrá forma de excluir las conductas corruptas en el diario hacer del Estado. De inmediato, ante la evidencia material del hecho, el corrupto debe separase o ser separado del cargo y el “superior” debe asumir el costo político

* Expresiden­te del Consejo de Estado.

Ante la evidencia material del hecho, el corrupto debe separarse o ser separado del cargo y el “superior” debe asumir el costo político.

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