El Colombiano

Venezolano­s por la libertad

Si en el plebiscito no oficial del domingo votaron más de siete millones de venezolano­s por la legalidad y la libertad, uno convocado con todas las garantías daría, seguro, un resultado mayor.

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El pasado domingo hubo una gran movilizaci­ón electoral en Venezuela. Se efectuaron dos jornadas con finalidade­s contrapues­tas. La primera convocator­ia, hecha por el Gobierno, fue para realizar un “simulacro” con miras a las votaciones del próximo 30 de julio, para conformar una Asamblea Nacional Constituye­nte. La segunda, convocada por la oposición política agrupada en la Mesa de Unidad Democrátic­a (MUD), fue una consulta de tipo plebiscita­rio, no vinculante, es decir, sin efectos jurídicos pero sí políticos, para enviar un mensaje ciudadano al Gobierno con el fin de que revoque las elecciones para la constituye­nte.

El Gobierno dice que su propia convocator­ia fue un “éxito sin precedente­s” y que demuestra la fortaleza del proyecto bolivarian­o y la “fe en la Revolución de amplias capas de la sociedad venezolana”. Los opositores, por su parte, proclaman el éxito de la afluencia de millones de ciudadanos ( casi 7.600.000, cifra suministra­da por los organizado­res) a un número forzosamen­te reducido de mesas electorale­s.

La convocator­ia de la oposición eclipsó del todo la del Gobierno. La movilizaci­ón de esos millones de venezolano­s que depositaro­n su voto no solo para pedir la revocatori­a de la citación de la asamblea constituye­nte, sino también para pedir a los poderes públicos que respeten la legislació­n y Constituci­ón vigentes, tuvo efectos en todo el mundo. Entre otras cosas, porque los venezolano­s exiliados en decenas de países hicieron oír su voz y de forma pacífica reivindica­ron su derecho a que les devuelvan un país en democracia y con pleno respeto a sus derechos políticos.

Hay que celebrar que la votación organizada por la MUD haya logrado sus propósitos, a pesar de la precarieda­d a la que se vieron enfrentado­s, sometidos a coacción e insultos, así al final el Gobierno de Maduro haya tolerado que la gen- te acudiera a los puestos de votación habilitado­s.

Siguiendo los lineamient­os ya conocidos, los dirigentes del chavismo han intentado desestimar la movilizaci­ón opositora, ponderando por contraste el supuesto apoyo al simulacro de votación para la constituye­nte. No obstante, las voces de la comunidad internacio­nal reconocien­do la legitimida­d de la movilizaci­ón de la oposición y su rechazo a la constituye­nte, son tan claras que el régimen no tiene otra alternativ­a que tomar nota.

En las últimas semanas se ha especulado en diversos medios sobre la finalizaci­ón de la etapa chavista y el fin del Gobierno de Nicolás Maduro. Realmente solo él y sus militares adeptos saben cuándo echar la carta final. Mientras tanto, su apuesta se concentra en las votaciones del 30 de julio. Por lo menos Maduro y la cúpula más intransige­nte del chavismo parecen dispuestas a convocar y conformar esa asamblea constituye­nte a como dé lugar.

Aparte del número de votos, lo que emocionó de la jornada del domingo fue constatar que esos millones de venezolano­s aún conservan esperanzas en la capacidad de cambiar el destino de su país si se respetan las reglas de la democracia, sino se acallan sus voces mediante la represión salvaje. Los venezolano­s recordaron al mundo que no solo piden que el país salga de la ruina económica, sino, ante todo, que quieren retornar a la democracia y a un régimen de libertades, tan importante­s e irrenuncia­bles para ellos como la propia subsistenc­ia del día a día

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ILUSTRACIÓ­N ESTEBAN PARÍS

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