TIENEN UN MENSAJE DE INCLUSIÓN SOCIAL, PERO NO RESUELVEN PROBLEMAS DE FONDO
Los parques biblioteca y otras obras del llamado “urbanismo social”, que son en parte un legado de la Consejería para Medellín y el Valle de Aburrá, tienen un impacto positivo. No se deben ver en blanco y negro: que no sirvieron o que resolvieron todos los problemas.
En 2004, cuando se hicieron, el presupuesto fue una presencia integral, legal y le-
gítima del Estado en territorios que solo habían conocido una acción institucional centrada en la Fuerza Pública.
Se lanzó un mensaje a esos ciudadanos y comunidades de que el Estado no había renunciado a una presencia reguladora e integral. Esos sitios hoy son íconos en los territorios.
La discusión es que se haya querido convencer a la
gente de que esas obras corrigieron todos los problemas de la ciudad. No han impactado de manera notoria las brechas enormes de equidad de Medellín. Eso se resuelve afectando el ingreso. Se genera inclusión cultural y social, pero no económica. Lo otro es que no han borrado la intermediación de agentes ilegales. Se mantienen las presencias y controles
de actores criminales. Hay hibridaciones: dispositivos institucionales que “conviven” con grupos ilegales.
Y en una ciudad que se precia de buena ingeniería y arquitectura, son obras con problemas de calidad y funcionalidad, con interventorías precarias y contratistas avivatos. Pero, aún así, es mejor tenerlos que no tenerlos