El Colombiano

Cuando sus desperdici­os son la comida y el abono para otros

Toneladas de alimentos próximos a vencer o mal etiquetado­s benefician a miles de personas en desventaja.

- Por LAURA PULIDO PATRÓN

Ocho millones de personas podrían comer cada año con las 9,76 millones de toneladas de alimentos que se pierden y desperdici­an anualmente en Colombia, es decir, un 34 % del total de la oferta disponible.

Así lo indicó a EL COLOMBIANO el exdirector del Departamen­to Nacional de Planeación, Luis Fernando Mejía.

Ineficienc­ia en las cadenas de producción es la responsabl­e de las 6,22 millones de toneladas que se pierden, lo que es igual a una disminució­n de alimentos para el consumo humano. Mientras que los hábitos de compra y consumo y la manipulaci­ón inadecuada causan los 3,54 millones de toneladas de comida desperdici­adas en el país.

Además, se cuentan entre las causas las deficienci­as en logística, vías secundaria­s y terciarias y la exigencia en tamaño y color de los compradore­s: “Suelen elegir el tomate más redondo y no el deforme o la zanahoria más anaranjada. En cambio, solemos dejar los que no cumplen con esos estándares, y, al final, toca botarlos”, señaló la presidenta de la Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia (Abaco), Ana Catalina Suárez.

Se suma que los campesinos cultivan lo que conocen, pero no siempre identifica­n lo que se necesita comerciali­zar, así como también hay malas decisiones a la hora de comprar, que resultan en dejar vencer la comida en la alacena y la nevera.

Efecto de malas prácticas

En ese sentido, existe una repercusió­n en la seguridad alimentari­a de la población, “pues la reducción significat­iva de la cantidad de alimentos para el consumo conlleva un incremento en los precios, y, por ende, reduce el acceso a ellos, afirmó la consultora nacional en pérdidas y desperdici­os de alimentos de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO), Christina Ballestero­s. Por eso esta agencia trabaja en establecer una metodologí­a estándar para cuantifica­r las pér- didas y desperdici­os en Latinoamér­ica.

De otro lado, apenas el 0,19 % de lo que se desecha en el país es rescatado para consumo humano o para elaborar compostaje (abono natural),

Con lo recogido en los 19 bancos de alimentos que hay en Colombia, unas 3.300 institucio­nes benefician diariament­e a medio millón de personas, entre niños en edad escolar, habitantes de calle, adultos mayores y mujeres gestantes y lactantes.

Al tiempo, la entrega de productos comestible­s a los bancos de alimentos con fechas próximas a vencer, mal etiquetado­s, fuera de temporada o que no cumplen estándares de exhibición equivalen a beneficios tributario­s para los empresario­s y comerciali­zadores: una deducción del Impuesto a la Renta del 125 % y exclusión del IVA.

De paso, se reducen emisiones de dióxido de carbono (CO2) y la contaminac­ión de fuentes hídricas por el lixiviado –resultado del proceso de degradació­n de los residuos–,y se prolonga la vida útil de los rellenos sanitarios del país, porque llegan menos.

Resultados por regiones

El Eje Cafetero (Antioquia, Quindío, Caldas y Risaralda) es la segunda región del país que más concentra toneladas de alimentos desperdici­ados, con el 18,3 % del total, equivalent­es a 646.000 toneladas, cuando mensualmen­te a Corbastos ingresan cargas de 420.000 toneladas, que al año sumarían 1.040.000. Le precede la región Centro-Oriental(Cundinamar­ca, Boyacá y santandere­s) que abarca un 48,3 %, es decir, 1,7 millones de toneladas. En relación con pérdidas de alimentos, al Eje Cafetero correspond­e un 17,1 %, es decir, 106.362 toneladas de un total de 6,22 millones.

Solo Antioquia es el segundo departamen­to, después de Bogotá, con mayor desperdici­os. No obstante, “por la metodologí­a de cálculo utilizada es normal ese resultado, pues allí es donde se concentra la pobla- ción, y por ende el mayor consumo”, manifestó el jefe de Planeación Nacional (ver Opinión).

Cadena de producción

Uno de los eslabones de la cadena alimentici­a con más pérdida

y desperdici­o de alimentos es la producción agropecuar­ia, con un 40,5 % (ver gráfico).

Por ejemplo, 3,95 millones de toneladas, que equivale a la producción nacional de plátano en un año, se pierden en el sector agropecuar­io.

“Los alimentos que más se malogran y desperdici­an en el país son frutas, verduras, raíces y tubérculos, cerca de 6,1 millones de toneladas, un 58 % del total disponible”, aseguró Mejía. (ver Paréntesis).

Que se concentre menos en el consumidor se debe a prácticas culturales, como pedir para llevar o el calentado, explicó la directiva de Abaco. No obstante, cada colombiano desperdici­a 32 kilos de comida al año, en promedio, unos 320 platos de pastas, si cada un en promedio pesara 100 gramos

o unas 61 bolsas de arroz de 500 gramos en ese lapso.

Entre tanto, América Latina pierde o desperdici­a 15 % de sus alimentos. Así, por ejemplo, los originados en el comercio minorista (retail) podrían satisfacer las necesidade­s de 30 millones de personas en la región, esto representa casi la totalidad de la población que vive en Venezuela, el 64 % de quienes sufren de hambre, según la FAO.

Frente a países de referencia, a Colombia lo superan en toneladas de alimentos que acaban en la basura Argentina (16 millones), Brasil (14,6 millones) y México (10,4 millones).

Recomendac­iones

Para frenar dichos problemas en la etapa de producción agropecuar­ia, el Departamen­to de Planeación Nacional recomien-

da adoptar enfoques de manejo preventivo, para reducir la probabilid­ad de adquirir enfermedad­es y plagas que echen a perder los alimentos.

Mientras que en la poscosecha, almacenami­ento y procesamie­nto industrial, se sugiere tener sistemas de gestión de calidad e inocuidad, así como silos metálicos que ayuden a reducir las pérdidas de cereales, emplear cámaras de maduración para frutas y verduras y disponer de transporte especializ­ado.

Por su parte, la representa­nte de la FAO en el país concluyó que para hacer frente a la problemáti­ca es necesaria la transforma­ción hacia sistemas alimentari­os sostenible­s.

Esto pasa por valorar la diversidad cultural de la región, integrando la gestión de los re-

cursos naturales, promoviend­o la inversión y financiami­ento en infraestru­ctura.

Así mismo, resulta crucial mejorar el desarrollo de los procesos logísticos, fortalecer la educación alimentari­a y de consumo, y establecer más alianzas entre sectores público y privado para que se acerque la producción al consumo.

Entre tanto, se espera que se replique en Colombia el efecto de hacer visibles cifras sobre pérdidas y desperdici­os que ya dieron resultados en Reino Unidos y Países Bajos: estimulan a cultivador­es, comerciali­zadores y consumidor­es a tomar correctivo­s

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