¿PARA DÓNDE VAN LOS HUMANOS?
En una o dos décadas podríamos tener un ser humano muy distinto al que ha moldeado la evolución durante millones de años.
El anuncio de la edición genética de embriones humanos para corregir una enfermedad hereditaria es asombroso, pero es solo la punta de todas las transformaciones en camino gracias a la genética, que llegan con tremendas inquietudes éticas. No solo habrá un nuevo ser humano sino otros organismos de la naturaleza también.
Con la edición genética no solo se corrige un defecto en un individuo, sino en sus descendientes. Y la técnica puede usarse para, por ejemplo, modificar animales e insectos para, citando otro caso, que no transmitan malaria ni dengue ni otras enfermedades.
Hoy se han creado células sintéticas, se ha cambiado el ADN de una bacteria y se avanza hacia un genoma completamente artificial.
Avanzan las terapias genéticas para tratar enfermedades hoy incurables, enfocándose por ahora los esfuerzos en aquellas menos comunes. Así, se aliviará la hemofilia a quienes la padecen y se curarán distintos tipos de ceguera.
Con la edición genética se puede en principio diseñar bebés a la carta: de ojos azules, monos, altos, delgados, definir sus características. De paso, animales a la carta hasta con conducta alterada.
No todo será para todos, porque cuesta. Podría aumen- tar la brecha entre ricos y pobres, al poder curar aquellos sus padecimientos y estos no.
No es ciencia ficción, es la realidad. Ya en México el año pasado nació un bebé de tres padres, para aliviar una enfermedad mortal que se transmite vía mitocondria materna.
En China se avanza con la edición genética de humanos y el Reino Unido autorizó hacer lo mismo con embriones, pero sin que estos sobrevivan más que unos días.
Así como los desarrollos informáticos se dan a velocidad que impide digerirlos, previéndose un mundo automatizado y robotizado con extendida presencia de inteligencia artificial en todas las esferas, la biotecnología y genética transformarán a los humanos, modificarán el entorno y la manera de relacionarnos con él, con consecuencias difíciles de predecir.
Un ritmo que muchos científicos piden detener hasta estar más seguros de que todo funcione bien y se logre entender la implicación de cada avance. ¿Se detendrá?
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En unas décadas tendremos un ser humano muy distinto al que moldeó la evolución.