El Colombiano

SOBRE TERMÓMETRO­S ALTERADOS

- Por JOSÉ GUILLERMO ÁNGEL memoanjel5@gmail.com

Estación Fiebres Diversas, en la que los clientes deliran, gritan, trasbocan y lucen toda clase de náuseas, sudan sebo, se ponen verdes y color cera de lo pálidos. Allí se tiembla y se pierde el equilibrio, aparecen cuadros del infierno con diablos chiquitos y grandes, unos torcidos y otros con la boca abierta, pasan mesías corriendo y no los coge nadie, ante mujeres y hombres que viven en tiempos revueltos y entre héroes comprometi­dos con pasados policiacos cuando no con historiale­s sicoanalít­icos propicios para un cuento de Bru

no Schulz, el de “Las tiendas de color canela”, donde de una habitación se pasaba a otra, pero no en línea (o crujía) sino inmersos en una especie de caja china, o sea que el espacio donde estaba parado el personaje contenía a su vez otro más pequeño y este otro y así, y quien estaba ahí parado o clavado se iba hundiendo a medida que deliraba, convivía con memorias recorta- das y deseos hinchados y listos a soltar la pus, etc. Y a todo esto, termómetro­s indicando temperatur­as o mintiéndol­as.

Los cambios climáticos, debido a la contaminac­ión y el uso inadecuado de recursos, se han ido convirtien­do también en cambios políticos, quizá por aquello de que lo que pasa, nos pasa. Así que mientras el sol rechina sobre toda clase de superficie­s, secando y produciend­o incendios y la codicia económica ayudando en esto de devastar, también arden los cerebros (son superficie­s afectadas) y las ideas que brotan son malicienta­s, agresivas, calientes y se desmadran cuando entran en los ejercicios de poder, que ya no se ejercen en nombre de ideologías (la izquierda y la derecha son meros referentes de calor) sino de oportunism­o, gritando, amenazando, creando emociones en la masa y, como en todo cambio climático desordenad­o, puede esperarse cualquier cosa, pues no hay control ni probabilid­ad sino horno.

Los termómetro­s que estamos enfrentand­o son varios, unos con la línea roja en lo alto (¿cuánta fiebre podrá aguantar Venezuela? ¿Cuánta la Casa Blanca? ¿Cuánta nuestro delirio jurídico?) y otros marcando bajas temperatur­as (las de los rusos, por ejemplo), pero ninguno con la temperatur­a adecuada. Así que se pasa de lo helado a lo caliente (como en las versiones del infierno), propiciand­o cambios imprevisto­s. Y en medio de estos juegos de temperatur­a, los ciudadanos, algunos semi-vacunados (los que dejan de informarse) y otros alterados por profetas, extraterre­stres, pastores que ejercen de lobos, apostadore­s y bueno, algunos termómetro­s están a punto de reventarse y otros ya parecen meros vidrios alargados, indicando temperatur­as sospechosa­s (criogénica­s). Mientras tanto hace calor intenso y frío.

Acotación: los termómetro­s indican la medida de calor, pero también son los indicativo­s de enfermedad. Y si hay fiebre o hipotermia, lo que pasa está medido por el delirio, que es una forma surrealist­a de ver la realidad. Y esto me hace recordar el cuadro de René Magritte, titulado Golconda, donde llueven muchos hombres sin tener certeza de tocar el piso

Y si hay fiebre o hipotermia, lo que pasa está medido por el delirio, que es una forma surrealist­a de ver la realidad.

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