UN CORAZÓN NEGRO
Hará un par de semanas que llevo preguntándome lo mismo, es una inquietud insistente que no he saciado y quizá nunca lo haga. Me preguntaba ¿Habría guerra si no tuviésemos como comunicarnos verbalmente?
Durante muchos años nos hemos calificado como seres superiores y pensantes, con capacidad para racionar y tomar decisiones basadas en la lógica, aun así, hemos sido artífices de la mayor devastación de la tierra en todo sentido de la palabra, especialmente contra nuestra propia especie.
El genocidio, término que surge durante la primera mitad del siglo XX para definir la intención de destruir, total o parcialmente de un grupo social, es un reflejo de un corazón negro que carcome al ser humano. Como parásitos se instalan en nosotros sentimientos perversos; la ambición y la constante necesidad de sentirnos superior al otro, nos vuelven instintivos y hacen de nosotros máquinas de guerra. Quizá por eso, al realizarles esa pregunta a varias personas la respuesta fue en su mayoría ¡Sí!
En ausencia de la comunicación verbal, hay quienes piensan que tendríamos aún forma de transmitir odio, repulsión y aversión hacia el otro porque no solamente con las palabras se hiere al otro, muchas veces nuestro actuar es suficiente para detonar un conflicto.
Desde mi opinión soy partidario de que no sería así, la ausencia de la palabra se traslada a una ausencia de conflictos masivo. Mi justificación es sencilla, considero que la palabra tiene un efecto sorprendente sobre el otro. Una frase amena y cálida es capaz de darle vuelta a un mal día y así mismo, una palabra candente o un discurso de odio es capaz de volcar un país contra otro. Suena utópi- co y quizá sea ingenuo en pensarlo. En todo caso, lo pienso a diario al ver tanta tragedia, al ver sufrir a miles de personas a causa de conflictos alrededor del mundo.
En conclusión, haya o no comunicación, prevalecerá en nosotros un corazón negro y malvado que va debilitando nuestra inocencia y confianza en el otro, generando así guerras incesantes. Quizá como decía una amiga, lo que requerimos es un botón de reinicio para comenzar de cero * Taller de Opinión es un proyecto de El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión joven. Las ideas expresadas por los columnistas del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsables sus autores. No comprometen el pensamiento editorial de El Colombiano, ni las universidades e instituciones vinculadas con el proyecto.
Una frase amena y cálida es capaz de darle vuelta a un mal día; una candente, vuelca un país contra otro.