El Colombiano

FILAS EN LAS TIENDAS DEL PARIS-SAINT-GERMAIN PARA COMPRAR LA CAMISETA DEL ASTRO BRASILEÑO NEYMAR.

- POR EL CAMINO Por JULIÁN POSADA primiziasu­per@hotmail.com

La silleta les ha permitido a muchos conocer el mundo, educarse, viajar, expandir su parcela.

La escena resultaba emocionant­e, ataviados con su traje, que los identifica como silleteros, es decir, como portadores de una tradición inmaterial de este país, descendier­on de los buses que los traían de sus veredas, cada uno se acomodaba el sombrero, la ruana, la falda o el carriel, asumían su mejor postura, formales se ubicaron en las escaleras de ingreso a Plaza Mayor, eran más de cuatrocien­tos, desde el mirador que da a ese espacio, el fotógrafo enfocaba y daba instruccio­nes para que el registro fuese el adecuado, abajo, con el megáfono se impar- tían instruccio­nes para moverse arriba o abajo, a derecha o izquierda, la foto será un documento para la historia, todos los presentes nos sabíamos testigos de algo inolvidabl­e, se celebraban sesenta años de esta tradición, la luz iluminaba de manera cálida la escena, el momento resultó memorable.

Era también un día triste, uno de ellos había sido asesinado, la tierra teñida de rojo, las flores vestidas de luto, de vuelta a la tierra, a él y a otros tantos ausentes se les rindió un sentido homenaje esa noche; un toque de diana nos recordó el dolor de la ausencia y el valor de la vida en una ciudad que ama y odia con tanta pasión. Mil invitados les dijeron a los silleteros lo que ellos significan, de pie se les aplaudió cuando ingresaron al lugar, allí se condecoró a los pioneros, algunos por su avanzada edad no pudieron asistir, se dio la bienvenida a los niños que reemplazar­án a los más viejos; se brindó en su honor, para ellos se sirvió la cena y se les acogió como protagonis­tas de una Feria que es la celebració­n que hacemos cada año alrededor de las flores, sus cultivos y su manera particular de ordenar esos hermosos atados que hace sesenta años descendier­on de la montaña y que al inicio eran solo veinte y que se exhibieron en el atrio de la Catedral.

Agradecimi­ento eterno a don Arturo Uribe Arango, director de la oficina de Turismo y Fomento de Medellín que decidió invitarlos esa primera vez para entretenim­iento de los ciudadanos.

La silleta les ha permitido a muchos conocer el mundo, educarse, viajar, expandir su parcela, los silleteros nos recuerdan que un municipio como Medellín está compuesto por un 70 % de área rural. Dentro de las categorías que año a año juzga un jurado heterogéne­o y sensible, las silletas tradiciona­les resultan todo un reto, cada uno la elabora con flores de su jardín, algunos se han empeñado en recuperar especies que se creían desapareci­das, los ramos que las componen son un ejemplo de diversidad y riqueza cromática, en otras categorías la tradición evoluciona, ciertos elementos le han permitido hacerlo, el movimiento es uno de ellos, tarea dura reconocer y premiar estos campesinos, al paso de un silletero florece la vida

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FOTO AFP
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