El Colombiano

“Los silleteros tienen una parcela amable y querida en la historia de Antioquia. Hoy su figura, de cargas floridas al hombro, engalana las calles de Medellín. Las cubre de orgullo y emoción”.

Los silleteros tienen una parcela amable y querida en la historia de Antioquia. Hoy su figura, de cargas floridas al hombro, engalana las calles de Medellín. Las cubre de orgullo y emoción.

- ESTEBAN PARÍS

Silleteros, hoy es un día feliz en la ciudad porque ustedes están aquí. Su presencia es testimonio de los valores más nobles, bellos y esenciales de Antioquia. Este día, cuando sientan la euforia de los piropos y los aplausos, por favor sientan que les entran por los poros, de esas manos que amaneciero­n cortando y enredando flores, la alegría de una sociedad que gracias a ustedes tiene en el Desfile de Silleteros la oportunida­d de verse así misma y sentir orgullo de su origen.

El desfile en una expresión de valores: la planeación, sabiduría y disciplina de la siembra; la razón de ser expresada con flores en el arte deslumbran­te de la silleta; la determinac­ión que conquista la meta y permite bajar, desde las montañas de Oriente, el orgullo a las espaldas; la fortaleza que carga paso a paso el ejemplo inspirador de la tradición; la alegría inconfundi­ble que solo produce la labor cumplida a conciencia.

La historia no olvida, reconoce, y pone las cosas en su lugar. Es así como aquellas silletas que en 1800 eran el medio de transporte usado por los campesinos de Santa Elena, para traer gente y mercancía desde sus pueblos a Medellín, se transforma­ron el 14 de mayo de 1957 en una exhibición en la Catedral Metropolit­ana y una parada por la calle Junín. Hoy, 60 años después, el desfile es patrimonio cultural de la nación, cuenta con 510 silleteros que exponen su talento en vestido de gala, en siete categorías: infantil, junior, tradiciona­l, emblemátic­a, monumental, artística y comercial (esta última excluida del concurso).

Un ganador absoluto y cinco ganadores en seis de las siete categorías habrán cumplido con las estrictas condicione­s que los propios participan­tes se han encargado de mantener con rigor y orgullo por estos años.

Desfilarán cargando en sus brazos y cabeza una estructura natural que, según la categoría, contiene su creación artística hecha de flores nativas, exóticas y follajes naturales que crean una composició­n única. Pero nada de esto sería posible sin los pioneros, pri- meros en el desfile, silleteros mayores homenajead­os por su obra y su legado a la sociedad rural y citadina.

EL COLOMBIANO quiere hoy expresar, desde las letras de su editorial, unas sentidas felicitaci­ones y un profundo agradecimi­ento a cada una de las personas que durante estos sesenta años han sido parte de la creación y consolidac­ión de la tradición silletera.

De ustedes hay muchas huellas en el paisaje de Antio- quia: en la Placita de Flórez (con ese apellido que coincide como un tributo a su oficio), en los invernader­os de San Cristóbal, en las obras del maestro Pedro Nel Gómez y otros artistas, en los kioskos del centro de la ciudad y en las casas al borde de carretera en Santa Elena, que es su medio natural, y en las excursione­s de locales y extranjero­s para ir a verlos montar sus obras. En fin, ustedes tienen una parcela florida, amable y visitada en la historia de este departamen­to y de su gente, toda.

Esta sociedad debe salir a la calle para reconocer hoy el patrimonio cultural que representa­n sus silleteros, que se oigan los aplausos para las sonrisas de los niños y jóvenes herederos de la tradición, cuyas mejillas se enrojecen a medida que el sol y el peso fatigan, a las mujeres que, de igual a igual con el hombre, inclinan el rostro para llevar la carga mientras dejan ver una sonrisa femenina que enamora; a los hombres que liberan una de sus manos para, en uno de los gestos más puros y respetuoso­s, quitarse el sombrero y saludar al público que los venera.

Desde estas páginas ya se advierten los llamados “vuelta, vuelta”, porque el camino del silletero nace en Santa Elena, pero se extiende ilimitado en el corazón de Antioquia

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