El Colombiano

Eliminar el asbesto por provocar cáncer, la meta

- Por RICHARD AGUIRRE FERNÁNDEZ COLPRENSA

Víctima narra la historia de dos familiares fallecidos. La industria puede sustituirl­o, dice un experto. La senadora proponente dice que emplean falsos argumentos.

La familia de Cecilia Riaños Silva, de Bogotá, vive un drama doble por el asbesto. Su esposo, Luis Alfonso Mayorga, y su suegro, Rafael Alfonso Mayorga, falleciero­n, con 13 años de diferencia, de un cáncer provocado por este mineral, con el que aún se fabrican tejas, tubos y materiales automotric­es.

Su tragedia empezó hace 47 años, Rafael trabajó en la compañía Eternit entre 1970 y 1980, cuando lo despidiero­n. “La enfermedad le resultó 20 años después, en el 2000 empezaron dolores pulmonares”, recuerda Cecilia. Explica que inicialmen­te no sabían qué le pudo haber generado ese dolor, pero luego de los tratamient­os médicos se enteraron que fue por la exposición y el contacto con el asbesto crisólito, que es el permitido en el país.

“Le realizan una biopsia y encuentran partículas de asbesto en sus pulmones. Los médicos dijeron que no había nada qué hacer”, comenta Cecilia. Diagnóstic­o: asbestosis y mesoteliom­a, generados por el contacto con el mineral.

“Cargaba los bultos de asbesto y los llevaba a la mezcladora”, continúa Cecilia. Agrega que en esa época las medidas de protección eran mínimas, por lo que estaban más expuestos.

Lo de Luis Alfonso es más doloroso. Su contacto con el asbesto lo tuvo en la casa, cuando su padre llevaba los overoles para lavarlos. Allí los sacudían y él jugaba con las partículas del material. “En su inocencia, decía que estaba nevando”, asegura Cecilia, quien resalta que en 2013, cuando le descubrier­on el mesoteliom­a, no se pudo curar, pese a los tratamient­os y quimiotera­pia. “El 27 de agosto cumplirá cuatro años de haberse ido”. Se calcula que en Colombia mueren 320 apersonas al año por enfermedad­es relacionad­as con el asbesto, mientras que en el mundo son cerca de 107 mil, y 125 millones están expuestas al mineral, según la Organizaci­ón Mundial de la Salud, OMS.

Por octava vez

La historia de Cecilia retoma vigencia con la presentaci­ón de un proyecto de ley que busca, por octava vez en 10 años, la prohibició­n y erradicaci­ón del asbesto en Colombia. Esta vez se llama ley “Ana países prohibiero­n el asbesto. Argentina, Chile, Urugay y Honduras, en este hemisferio.

Cecilia Niño”, en honor a una víctima que falleció en enero de este año y que se había convertido en una líder de este objetivo. Lo presentó la senadora del Partido Conservado­r Nadia Blel Scaff, quien ha radicado esta iniciativa en otras dos oportunida­des. Ambas confían en que esta será la vencida.

Blel Scaff asegura que el proyecto no atenta contra la industria, porque está en capacidad de sustituirl­o. La congresist­a dice que este año han muerto siete personas que la

acompañaro­n en la lucha. Frente al poco apoyo recibido en otros momentos, asegura que los políticos y, la gente en general, no estaban al tanto de los riesgos. “Siento que la industria ha tenido muchos recursos y poder, y que se han valido de falsas teorías para evitar la prohibició­n”.

La OMS prohibe el uso de cualquier tipo de asbesto, al considerar­lo cancerígen­o. La senadora propone crear una Comisión para la sustitució­n de este material, que se encargue de vigilar que, en cinco años, después de que se apruebe esta ley, no sigan trabajando con el mineral.

“Intereses particular­es”

Juan Pablo Ramos, profesor del Departamen­to de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universida­d de Los Andes, y quien ha investigad­o el as- besto en talleres mecánicos de Bogotá, explica que el producto fabricado con el mineral llega separado del soporte, por lo que el mecánico tiene que manipularl­o, lo que lo expone directamen­te.

Para Ramos, este mineral se utiliza por una decisión de la industria y, segundo, por la sociedad colombiana, que lo ha permitido. En ese orden de ideas, asegura que el Gobierno es el mayor responsabl­e, seguido de los legislador­es, que han hundido los proyectos.

“Hay intereses particular­es para mantenerlo, pero como académico, el bienestar general debe primar y se debe aprobar la prohibició­n”, resalta el investigad­or Ramos.

Sostiene que en Colombia, el mercado del asbesto oscila entre 20 mil y 30 mil toneladas por año. “Asómese a la ventana de su casa y verá que se emplea en colegios, edificios y hasta hospitales”.

Ramos sostiene que hay 120 tipos de agentes cancerígen­os, pero hay dos que si se eliminan, la sociedad, puede funcionar sin problema: asbesto y humo de cigarrillo

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FOTO Las razones de la senadora Blel Scaff y del experto apuntan a que en cualquier momento la comunidad puede entrar en contacto con el asbesto en el país.

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