SOSTENER LA AMISTAD PESE A LAS OPINIONES
Esta columna no la dirijo a ningún destinatario con nombre propio. Va para todos los lectores, piensen lo que piensen, a la derecha o a la izquierda. Ante el temor de que nunca haya paz en este país mientras persistan en su ferocidad los herederos del sectarismo bipartidista mortífero, comparto el hallazgo en internet de una obra titulada Cómo sostener amigos a pesar de las opiniones, de la Fundación para la Educación Económica.
Uno de los autores de este manual es el periodista libertario y anarcocapitalista Jeffrey
Tucker, un personaje muy original por sus actitudes frente a la política y la economía. Combina el ensayo sesudo con el texto literario y humorístico. Por ejemplo, trata de temas como la conveniencia de tomar una bebida en las mañanas, las pautas para vestir como un hombre y por qué es inútil la crema de afeitar.
Pero esa originalidad con una simpática dosis de socarronería, no lo descalifica. Por el contrario, expresa la tendencia entre pragmática y simplista que, al menos en la cultura estadinense, les ha dado resultados a muchos autores y lectores de obras que mixturan razonamiento filosófico y político, ética civil, relaciones interpersonales y autosuperación.
Puede ser que los bondadosos consejos de Tucker y compañía para no perder amigos a pesar de las diferencias políticas y para observar una suerte de fanatismo civilizado tengan algunas afinidades con el análisis transaccional o con los exitosos libritos de Og Mandino para vender ideas provechosas y acrecentar las amistades.
Pero no sería sensato desconceptuar una intención, un planteamiento coherente y un ideal, como el que proponen Tucker y los otros autores, en esta obra que, además, no por pragmática, utilitaria y algo ingenua como podría parecer, representa una especie de variable a la americana de la teoría de la acción comunicativa del profesor Habermas, o de la ética discursiva y dialogal de pensadores como la profesora española Adela Cortina y su ética mínima.
No encuentro oposición grave entre esas dos escuelas, la europea y la de Estados Unidos. La sensatez y la pertinencia filosófica no son patrimonio de los europeos. ¿Cómo descalificar el pragmatismo norteamericano de Rorty, por ejemplo, y, más todavía, cómo no valorar la emancipación de las trece colonias americanas o cómo ponerla por debajo de la Revolución Francesa, que incluso fue posterior a aquella?
Tucker advierte que ni la familia ni los amigos pueden ser menos valiosos que unos políticos que ni siquiera nos conocen y por quienes no tenemos derecho a sacrificar los verdaderos intereses vitales, que residen en la familia y la amistad. Es una lección clara, si se quiere sencilla, muy pertinente para una sociedad tan despistada y despedazada por la pugnacidad y el sectarismo, como la nuestra
No encuentro oposición grave entre esas dos escuelas, la europea y la de Estados Unidos. La sensatez y la pertinencia filosófica no son patrimonio de los europeos.