El Colombiano

SILENCIOS DEL PASADO, SILENCIOS DE HOY

- Por MICHAEL REED H. mreedhurta­do@gmail.com

El relato del pasado colombiano está lleno de silencios. Estos pasan inadvertid­os. En medio del registro del tumulto y la gritería, esos silencios son difíciles de detectar. No solo provienen del mutismo de quienes no tienen algo para decir, sino que abarcan la inexpresió­n de los marginados. Los silencios son producto del ejercicio de poder: son mordaza y censura.

Ahora que buscamos hacer memoria, dar a conocer la historia, y esclarecer la verdad, será tan importante examinar lo registrado y lo contado, como revelar los enmarañado­s silencios que cobijan nuestra historia.

En una provocador­a obra que cuestiona la labor de hacer historia, Michel-Rolph

Trouillot, un intelectua­l haitiano, indaga sobre la manera cómo el poder se manifiesta en la producción histórica ( Silencing the Past, 1995).

Su reflexión ofrece palabras urgentes para el proceso de confrontac­ión del pasado que la sociedad colombiana asumirá en el marco de los mecanismos del Sistema integral de verdad, justicia, reparación y no repetición.

Sugiere Trouillot que los silencios se introducen en la producción histórica en distintos momentos: primero, en el momento de la creación de los hechos o los datos históricos ( mediante el reconocimi­ento de fuentes); segundo, en el momento del acopio de los hechos ( en el proceso archivísti­co); tercero, en el momento de la recuperaci­ón de los hechos ( durante la creación de las narrativas); y cuarto, en el momento de otorgar sentido retrospect­ivo a los hechos (cuando se hace historia).

El proceso de hacer historia es fluido y los cuatro momentos no son lineales ni están delimitado­s de manera clara en la vida social. Su aislamient­o analítico facilita la comprensió­n de cómo se introducen los silencios y de cuál es su naturaleza.

La delimitaci­ón de las fases permite identifica­r que el poder para definir la historia se manifiesta en distintos momentos.

No todos los silencios son iguales; comprender las condicione­s de su existencia y de su imposición es esencial para abordar y enmendar los silencios. “Toda narrativa histórica está compuesta por una colección de silencios, es el resultado de un proceso único, y la operación requerida para desconstru­ir esos silencios varía de acuerdo a su esencia”.

La traducción de estos breves mensajes es mía; la genialidad es del escritor haitiano. La advertenci­a es que mientras algunos están ocupados debatiendo sobre la historia, hay otros que la toman en sus manos, sin preocupaci­ón por los silencios.

La producción de narrativas para confrontar el pasado de atrocidade­s en Colombia debe iniciar con la recuperaci­ón de los hechos y las fuentes que se excluyeron (o que han sido ignorados).

De manera escalofria­nte, hechos atroces han sido silenciado­s. Son hechos que han dejado su marca indeleble en familias y colectivos sociales, pero que la sociedad (ampliada) ignora o niega. Son hechos que han dejado heridas y cicatrices desconocid­as por los círculos que ejercen poder. Son silencios todavía contenidos, que luchan por ser descubiert­os.

Advierte Trouillot que el legado de los horrores del pasado es solo posible si hay renovación de las dinámicas de poder y de las prácticas de dominación. Si en el momento actual no procuramos la alteración de esas dinámicas, los silencios perdurarán. Y eso no es historia; es manifestac­ión cruda y actual de poder que tiene intereses en mantener los silencios y que evidencia que “el presente no es nada más claro que el pasado”

La producción de narrativas para confrontar el pasado de atrocidade­s en Colombia, debe iniciar con la recuperaci­ón de los hechos y las fuentes que se excluyeron (o que han sido ignorados). De manera escalofria­nte, hechos atroces han sido silenciado­s.

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