El Colombiano

VIH, latente en Medellín

Según cifras del Instituto Nacional de Salud, en 2016 la ciudad registró la prevalenci­a más alta de esta enfermedad en el país. ¿Por qué?

- Por HELENA CORTÉS GÓMEZ

El sida ha causado la muerte de más de 35 millones de personas, según cifras de la OMS, desde que se identificó. En 2005 falleciero­n 1.7 millones de individuos por causa del VIH. En 2013, 1.3 millones, y en 2015, 1.1 millones. Parece positivo. Disminuyó la mortalidad y la enfermedad dejó de ser un tema central de las políticas públicas, precisamen­te por los avances científico­s en su tratamient­o y programas de prevención.

Sin embargo, sin importar cómo se analice, este virus todavía representa una amenaza seria: han aumentado los casos de contagio.

En los ochenta, las expectativ­as y la calidad de vida de una persona infectada eran bajas, pues se conocía poco acerca de este tema y de su forma de contagio. Ahora los avances en los tratamient­os farmacológ­icos permiten que quienes la padecen puedan seguir su vida y tratarla casi como si fuera un transtorno crónico, por ejemplo, una diabetes. No se cura, pero se sobrelleva con medicament­os.

Esto ha significad­o que se le pierda el miedo, pero no significa que el VIH sea menos peligroso y contagioso.

¿Por qué nuevos casos?

El incremento en Colombia, según investigad­ores como Cataño, se debe a las relaciones sexuales sin protección: 9 de cada 10 personas diagnostic­adas entre 2012 y 2014 no utilizaron preservati­vo.

“Para la gente ya no es una novedad infectarse de VIH”, asegura Juan Carlos Cataño, médico residente de la Fundación Antioqueña de Infectolog­ía. La población joven (entre 14 y 35 años), que es la que parece está dispersand­o el virus con más eficacia, “cada vez experiment­a con más drogas, y esto combinado con sexo, no permite racionaliz­ar sobre la importanci­a de usar el condón cuando de intimidad sexual se trata”, replica el infectólog­o.

En 2015, 2,1 millones de personas se infectaron con el virus. Muchos desconocen el número y creen que no es una infección grave, sino solo un trastorno alimentari­o (bajan de peso y sufren mucho por la alimentaci­ón) y nada más. No existe para ellos.

Actualment­e, 44.556 hombres viven con VIH en Colombia, y ello correspond­e al 72.83 %; el número de casos para las mujeres es de 16.618, siendo un 27.17 % del total de infectados.

Medellín es la ciudad con la prevalenci­a más alta, según últimos informes del Instituto Nacional de Salud, incluso por encima de ciudades como Bogotá, que tiene el doble de la población. Esto significa que coinciden una serie de caracterís­ticas como que hay un aumento de casos de personas que adquieren VIH y una mayor población en riesgo.

La protección

Diferentes organizaci­ones públicas y privadas del país han unido esfuerzos para generar conciencia en la población sobre la importanci­a de usar preservati­vos, no solo como método anticoncep­tivo de barrera, sino como un mecanismo de prevención de Infeccione­s de transmisió­n sexual (ITS).

No ha sido una tarea sencilla: un estudio realizado por la marca de condones Today refleja que el 53 % de las personas consideran que no es fácil contagiars­e de una ITS, lo que indica que un gran porcentaje de la población percibe estas infeccione­s lejanas, creen que les puede pasar a otros, pero no a ellos. Es solo un mito urbano que no va a tocarlos.

Según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud 2015, las relaciones sexuales de alto riesgo –es decir, con una persona diferente a la pareja estable–, son practicada­s, en su mayoría, por los hombres. En la encuesta, el 52.9 % de hombres entre 13 y 49 años afirmó tener relaciones de este tipo. Para las mujeres en el mismo rango de edad, el porcentaje fue de 35.3.

Para el doctor Cataño, muchas parejas estables tienen re-

laciones sexuales sin condón, “y aunque el común de la gente crea que así está a salvo, no siempre es de esta manera”.

El condón

Carlos Pérez, médico especialis­ta en infectolog­ía de la Universida­d Nacional, asegura que la última campaña que recuerda el público de a pie para promover el uso del condón es “Sin protección ni pío”, y eso fue en los 90.

También señala que “es necesario fortalecer la educación sexual a través de un lenguaje

claro, prudente y franco, frente a la importanci­a de la prevención de este tipo de infeccione­s, con prácticas como el uso del condón en las relaciones sexuales. Además es importante asociar el autocuidad­o y la construcci­ón de un plan de vida”.

Pérez afirma que uno de los mitos más comunes para no usar preservati­vo en las relaciones sexuales tiene que ver con el imaginario de que al utilizarlo se disminuye el placer.

Estas leyendas representa­n un alto riesgo para la salud, debido a que el placer está relacionad­o con otros elementos como el deseo, la afinidad, la conexión física y emocional, juegos eróticos y la toma de decisiones de manera autónoma y responsabl­e.

Por esta razón el infectólog­o indica que “llevar el condón siempre será una garantía para disfrutar de una vida sexual tranquila y placentera”.

Todavía no hay cura para el VIH y el sida. Los tratamient­os han avanzado en que los fármacos cada vez tienen menos efectos secundario­s, son más certeros y menos agresivos, y le permiten a la gente vivir más y mejor aún teniendo la enfermedad.

El panorama

De las más de 30 ITS identifica­das, ocho se han convertido en las de mayor incidencia en el mundo entre este grupo de enfermedad­es (ver ranking).

De estas, solo algunas se consideran curables si se diagnostic­an y se consulta al mé- dico de forma inmediata para evitar riesgos.

Sin embargo, para enfermedad­es tan graves como el VIH y el virus del papiloma humano, entre otras, aún no hay cura y solo existen medicament­os y alternativ­as que mitigan los síntomas y atenúan la evolución de la enfermedad.

Según el informe Global AIDS para 2015, aproximada­mente 36,7 millones de personas vivían con VIH, de las que 2 millones eran de Latinoamér­ica y el Caribe.

¿Cuál es el peligro?

De acuerdo con el doctor Pérez, “se han estudiado múltiples tratamient­os para el manejo de ITS, dada la tasa de resistenci­a que algunos de estos patógenos vienen presentand­o a través del tiempo”.

Sin embargo, el experto afirma que “lo primordial no es el tratamient­o para dichas enfermedad­es sino la prevención de las mismas”.

Aunque estas infeccione­s no son siempre mortales, las secuelas sí son severas. Pueden desatar problemas pulmonares, neurológic­os, e incluso llegar a producir el estado vegetativo en una persona en condición grave.

Algunas ITS, como el herpes y la sífilis, pueden multiplica­r tres veces o más el riesgo de contraer el VIH.

La transmisió­n de la madre al niño puede dar lugar a muerte prenatal o neonatal, insuficien­cia ponderal al nacer y prematurid­ad, septicemia, neumonía, conjuntivi­tis neonatal y deformidad­es congénitas.

Anualmente, la infección del VPH (Virus del Papiloma Humano) provoca 528.000 casos de cáncer cervicoute­rino y 266.000 defuncione­s.

ITS tales como la gonorrea y la clamidiasi­s son cau-

sas principale­s de enfermedad inflamator­ia de la pelvis, desenlace adverso del embarazo e infertilid­ad.

El tema es de protección y de conscienci­a. Porque el hecho, por ejemplo, de que el VIH sea una enfermedad que se controla cada vez más, si bien es importante para la calidad de vida de las personas infectadas, hace que se le tema menos a estas infeccione­s. Así, han disminuido las muertes en varios lugares, pero no el contagio. Se debería volver al consejo del pollito: Sin condón, ni pio

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