EL CAMINO ES EDUCAR
Seguramente alguna vez hemos oído, o incluso emitido, quejas acerca de diversos factores sociales como la desigualdad económica, el machismo, la baja calidad en atención médica, la congestión vehicular de la ciudad, el costo de la educación, el incremento de los impuestos, el proceso de paz o la corrupción; casos como el de Odebrecht nos dejan bastante que desear.
A pesar de esto, estamos inmersos en un continuo vaivén con lo que respecta a si aceptar o no la situación en la que hoy vivimos; podemos ver claramente que a pesar de que nos damos perfecta cuenta de nuestros problemas sociales, nunca hacemos algo más que una queja lanzada al aire a las personas incorrectas en el momento y lugar inco- rrectos; hacemos una protesta que no será escuchada más que por nosotros mismos, generando así un ambiente de reproche y de exaltación al inconformismo. Sin embargo la palabra, que a mi consideración, puede definir perfectamente este malestar cultural en el que hoy nos vemos inmersos es aceptación; porque quejarse es aceptar con impotencia, y aunque lo olvidemos por momentos, popularmente sabemos que “del dicho al hecho, hay mucho trecho”; es por eso que si usted o yo queremos cambiar nuestra situación actual, debemos empezar a mover algo más que la lengua; empecemos a hablar menos y a hacer más; no diciéndolo con el ánimo de callar lo que pensamos, sino más bien con la intención de que nues- tros pensamientos combinen no solo con las palabras sino también con nuestras acciones; que seamos personas de propuestas que construyan hablando y actuando.
Cada año se gradúan miles de alcaldes, gobernadores y presidentes en potencia; es por esto que el arma secreta para acabar con la corrupción, y todos los maleficios sociales que vienen con ella, es educando; mostrando a los jóvenes que somos los verdaderamente encargados de encaminar la nación. Anualmente millones de jóvenes cumplen la mayoría de edad; esto solo se puede traducir en nuevos votantes.
Yo creo en personas que, así como Martin Luter King, Nelson Mandela o Mahatma
Gandhi, sueñan con que las cosas sean diferentes y confío en quienes quieren dejar huella de manera positiva en nuestra sociedad
Es por eso que si queremos cambiar nuestra situación actual, debemos empezar a mover algo más que la lengua.