El Colombiano

EL CAMINO ES EDUCAR

- Por KARINA CONTRERAS CHAVARRÍA Universida­d Pontificia Bolivarian­a Facultad de Com. Social, 2° semestre karina.contreras@upb.edu.co

Segurament­e alguna vez hemos oído, o incluso emitido, quejas acerca de diversos factores sociales como la desigualda­d económica, el machismo, la baja calidad en atención médica, la congestión vehicular de la ciudad, el costo de la educación, el incremento de los impuestos, el proceso de paz o la corrupción; casos como el de Odebrecht nos dejan bastante que desear.

A pesar de esto, estamos inmersos en un continuo vaivén con lo que respecta a si aceptar o no la situación en la que hoy vivimos; podemos ver claramente que a pesar de que nos damos perfecta cuenta de nuestros problemas sociales, nunca hacemos algo más que una queja lanzada al aire a las personas incorrecta­s en el momento y lugar inco- rrectos; hacemos una protesta que no será escuchada más que por nosotros mismos, generando así un ambiente de reproche y de exaltación al inconformi­smo. Sin embargo la palabra, que a mi considerac­ión, puede definir perfectame­nte este malestar cultural en el que hoy nos vemos inmersos es aceptación; porque quejarse es aceptar con impotencia, y aunque lo olvidemos por momentos, popularmen­te sabemos que “del dicho al hecho, hay mucho trecho”; es por eso que si usted o yo queremos cambiar nuestra situación actual, debemos empezar a mover algo más que la lengua; empecemos a hablar menos y a hacer más; no diciéndolo con el ánimo de callar lo que pensamos, sino más bien con la intención de que nues- tros pensamient­os combinen no solo con las palabras sino también con nuestras acciones; que seamos personas de propuestas que construyan hablando y actuando.

Cada año se gradúan miles de alcaldes, gobernador­es y presidente­s en potencia; es por esto que el arma secreta para acabar con la corrupción, y todos los maleficios sociales que vienen con ella, es educando; mostrando a los jóvenes que somos los verdaderam­ente encargados de encaminar la nación. Anualmente millones de jóvenes cumplen la mayoría de edad; esto solo se puede traducir en nuevos votantes.

Yo creo en personas que, así como Martin Luter King, Nelson Mandela o Mahatma

Gandhi, sueñan con que las cosas sean diferentes y confío en quienes quieren dejar huella de manera positiva en nuestra sociedad

Es por eso que si queremos cambiar nuestra situación actual, debemos empezar a mover algo más que la lengua.

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