El Colombiano

La salud en las cárceles del país también está presa

Tubercolos­is, principal temor. Consorcio encargado dice que trabaja en atender lo que dejó represado Caprecom.

- Por RICHARD AGUIRRE FERNÁNDEZ

AÓscar Tamayo lo mató, hace un mes, la tuberculos­is, una enfermedad que se transmite entre las personas, por bacterias que viajan por el aire.

Pagaba una pena en la cárcel Bellavista, de Medellín, y solo duró cuatro días en su casa, después de tramitar la prisión domiciliar­ia para tratar su condición. “La medida le llegó muy tarde y no pudo disfrutar un poco más de tiempo con su familia”, lamenta un compañero del penal, quien pidió no dar su identidad. En estos momentos hay tres personas en cuarentena en la cárcel.

Este interno dice que lo que pasa con los enfermos de tuberculos­is en este penal es similar a lo que viven en el resto del país y resalta, por lo que ve en las noticias, lo que sucede en Caldas, donde los casos de tuberculos­is aumentaron 17 %.

“Es un caos”, “no tenemos ni un acetaminof­én”, “muchas veces la guardia compra las medicinas”, son respuestas que se encuentran cuando se indaga por la prestación de servicios de salud en las cárceles. Desde los internos, pasando por entidades como la Defensoría del Pueblo y personería­s, hasta llegar a los sindicatos, la voz crítica es la misma.

El fenómeno no es nuevo, pero se acentúa año a año. Según Germán Pabón, delegado de asuntos carcelario­s de la Defensoría del Pueblo, el panorama es “absolutame­nte crítico, porque el sistema fracasó”.

La Defensoría solicitó, en el primer semestre de este año, cerrar las cárceles de Riohacha (La Guajira) y Bellavista (Medellín), por considerar que las condicione­s físicas y de hacinamien­to complicaba­n la salud de los internos.

Escasa atención

El dragoneant­e del Inpec Felipe Quimbayo, presidente del Sindicato de Empleados Unidos Penitencia­rios, manifiesta que esta crisis no es nueva. “Cuando Caprecom era la EPS encargada empezó el drama, que se complicó con el pasar de los años, la prestación de salud no funcionó, hasta que decidieron liquidarla”.

El sindicasli­sta asegura que siguen sin encontrar respuestas oportunas para garantizar la salud de los internos, porque los procesos de atención son lentos o no hay suficiente­s medicament­os.

Otro ejemplo llega desde la Superinten­dencia de Salud. Entre enero de 2016 y junio de 2017 recibieron 1.191 peticiones, quejas y reclamos exigiendo atención médica, medicament­os y citas con especialis­tas, entre otros. “Y eso que no es la población de la que más quejas no llegan”, comenta un funcionari­o de la entidad.

El presidente del sindicato señala que, en ocasiones, la guardia recolecta dinero para comprar algún medicament­o, “la situación es de ese tamaño”, relata Quimbayo, quien explica que en el caso la cárcel de Pedregal, en Antioquia, hay un solo médico que se queda en las noches. “Imagínese lo que puede hacer un solo médico”.

El delegado para asuntos carcelario­s de la Defensoría asegura que las dificultad­es en la atención de la población carcelaria se basa principalm­ente en la tercerizac­ión de los servicios.

“El Inpec tiene a la Unidad de Servicios Penitencia­rios y contrata la salud con un tercero, que es Fiduprevis­ora, que luego contrata médicos y la entrega de medicament­os, pero es un verdadero caos”, asegura Pabón.

Otro caso, mismo drama

El dragoneant­e Quimbayo sostiene que en Pedregal, para citar otro ejemplo, está el interno Bertulfo, quien lleva 24 meses en la cárcel y le han practicado dos cirugías a corazón abierto, pero continúa en un patio normal.

Bertulfo, quien no quiso revelar su nombre, asegura que la enfermedad empezó con una pequeña asfixia, que se complicó. “La atención ha sido regular, he tenido citas de revisión, pero las he perdido porque muchas veces las ponen a las 8:00 a.m., pero las remisiones de la cárcel salen a esa hora o más tarde y cuando llego el médico no me atiende”, critica Bertulfo. “Estamos presos, pero no estamos muertos”, reclama.

Luz Marina Acevedo, subsecreta­ria de Derechos Humanos de la Personería de Medellín, explica que la situación de los internos en las cárceles también ha sido estudiado por la entidad. En un informe publicado este año, describen que la salud se encuentra debilitada.

“En general, se trata de una población marginada e invisibili­zada por la sociedad”, relata el informe, que habla de las cárceles Bellavista y Pedregal.

Con ello está de acuerdo el defensor Germán Pabón, quien insiste que el fracaso de la salud tras las rejas radica en que no hay continuida­d, asistencia­s e insuficien­cia de médicos. “Fundamenta­lmente atienden médicos generales, que para cualquier dolor recetan ibuprofeno”.

Sin embargo, la dirección de salud de la región noroeste del Inpec, que cobija a Antioquia y Chocó, responde que el sistema de atención ha mejorado y se procura en atender los requerimie­ntos de la población.

Cuestión de Derechos

Jorge Carmona, defensor de Derechos Humanos en asuntos carcelario­s, sostiene que el Estado no se ha preocupado lo suficiente. “El hacinamien­to es desbordado y todo esto es el resultado de una secuencia de conjuntos que vulneran los derechos”.

Pone el caso de la cárcel de Itagüí, que fue construida para 325 personas, pero hoy cuenta con 1.132. “Imagínese la gran cantidad de enfermedad­es que se pueden generar en un lugar donde viven en esas condicione­s”, cuestiona.

En este caso, la Defensoría y la Personería también llama la atención, porque las

“En la cárcel de Pedregal, en Antioquia, hay un solo médico que se queda en las noches”. FELIPE QUIMBAYO Dragoneant­e del Inpec

cárceles carecen de infraestru­ctura adecuada, condicione­s para albergar a las personas con mínimos de dignidad, ya que el hacinamien­to en algunos establecim­ientos carcelario­s supera el 100 %.

Carmona también apunta que la situación de los internos con VIH, SIDA y enfermedad­es de transmisió­n sexual no es ajena a esta realidad e insta a las autoridade­s de control y a los encargados de la salud carcerlari­a para que garanticen la atención de salud de los internos.

Avanza la atención

gerente del Consorcio Salud PPL, encargado de atender a los internos desde el año pasado, asegura que, con corte a julio, han invertido unos 200 mil millones para garantizar la atención. Sin embargo, reconoce dificultad­es en el proceso, debido a la falta de informació­n, seguimient­o a procesos y a las condicione­s en las que viven.

“Estos eventos de salud pública se hacen muy complejos, pero hay que dejar claro que los pacientes son atendidos principalm­ente por los médicos que están en las cárceles”, explica el gerente.

En cuanto a la tuberculos­is, asegura que sí se han presentado­s casos nuevos, pero avanzan en la atención y que por eso se reúnen con los gobiernos municipale­s y departamen­tales para identifica­r las condicione­s en las que se encuentran los internos.

Iregui agrega que en 2016 atendieron cerca de 76 mil internos y realizaron 572 mil consultas extramural­es. A pesar del crítico panorama, el consorcio manifiesta que ha mejorado. Dice que evacúan las cerca de 25 mil solicitude­s represadas que dejó Caprecom. “Las observacio­nes que hacen los organismos son muy importante­s, pero hay que entender que el

consorcio comenzó el año pasado, y vamos a brindarles la calidad que necesitan”.

Aunque el consorcio encargado asegura que realiza esfuerzos para mejorar la atención, los internos, la Defensoría y la Personería piden más eficiencia y mayores garantías para la población carcelaria.

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Las enfermedad­es se complican por el hacinamien­to. La imagen fue
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FOTOS CORTESÍA DEFENSORÍA DEL PUEBLO capturada en La Guajira.

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