NO ES DEMASIADO TARDE PARA COREA DEL NORTE
El considerable arsenal nuclear de Corea del Norte y la mejora de la capacidad intercontinental de misiles balísticos representan una amenaza creciente para la seguridad de Estados Unidos. Pero no es necesario que enfrentemos una crisis inmediata si jugamos nuestra mano con cuidado.
Dada la ráfaga que emana de Pyongyang y Bedminster, Nueva Jersey, los estadounidenses pueden ser perdonados por sentirse ansiosos.
Poco después de la adopción de nuevas sanciones de las Naciones Unidas el fin de semana pasado, Corea del Norte amenazó con represalias contra Estados Unidos “miles de veces”. Esas sanciones eran especialmente potentes, cerrando lagunas y limitando financiación importante para el Norte. Agosto es también cuando los Estados Unidos y Corea del Sur llevan a cabo importantes ejercicios militares conjuntos, que siempre ponen nervioso a Pyongyang. En agosto de 2015, las tensiones se intensificaron en los intercambios de artillería transfronterizos después de que dos soldados surcoreanos resultaran heridos por minas terrestres detonadas por Corea del Norte. Esta yuxtaposición de duras sanciones y ejercicios militares ha aumen- tado previsiblemente las amenazas de Corea del Norte.
Lo que es sin precedentes y especialmente peligroso esta vez es la reacción del presidente Trump. Sin guion, el presidente dijo el martes que si Corea del Norte hace nuevas amenazas a Estados Unidos, “se verán enfrentadas con fuego y furia como el mundo nunca ha visto”. Estas palabras arriesgan lanzar a la península coreana a la guerra si el líder del Norte , Kim Jong-un, las cree y actúa precipitadamente.
O bien Trump está emitiendo una amenaza vacía de guerra nuclear, lo que erosionará aún más la credibilidad y la disuasión de Estados Unidos, o de hecho piensa ir a la guerra la próxima vez que Kim se comporte de manera provocativa. El primer escenario es una locura, pero una decisión de los Estados Unidos de iniciar una guerra preventiva en la Península Coreana, en ausencia de una amenaza inminente, sería una locura.
Cuidadosamente estudia- mos esta posibilidad. La “guerra preventiva” resultaría en cientos de miles, si no millones de casualidades. Los 26 millones de habitantes de Seúl están a solo 35 millas de la frontera, a poca distancia de los misiles y la artillería del Norte. Cerca de 23.000 tropas de Estados Unidos, más sus familias, viven entre Seúl y la Zona Desmilitarizada; en total, al menos 200.000 estadounidenses residen en Corea del Sur.
Japón, y casi 40.000 mili- tares estadounidenses allá, también estarían en la mira. El riesgo al territorio americano no puede ser descontado, ni tampoco puede serlo la posibilidad de que China sea arrastrada hacia un conflicto directo con Estados Unidos. Luego está el efecto devastador de la guerra en la economía global.
Pero la guerra no es necesaria para lograr la prevención, a pesar de lo que algunos en la administración Trump parecen haber concluido. La historia muestra que podemos, si tenemos que hacerlo, tolerar armas nucleares en Corea del Norte.
Según la mayoría de los análisis, Kim es vil e impetuoso, pero no irracional. Por lo tanto mientras que calladamente seguimos refinando nuestras opciones militares, podemos depender de la disuasión tradicional dejando muy claro que cualquier uso de armas nucleares contra los Estados Unidos o sus aliados resultaría en la aniquilación de Corea del Norte
Una decisión de los Estados Unidos de iniciar una guerra preventiva en la Península Coreana, en ausencia de una amenaza inminente, sería una locura.