El Colombiano

EL GRAN CHANTAJE

- Por BEATRIZ DE MAJO beatriz@demajo.net.ve

Nadie se inclina, sobre la superficie terrestre, en favor del desarrollo de una guerra que sería desastrosa para la humanidad entera. Me refiero a la conflagrac­ión que estaría a punto de desatarse entre Estados unidos y Corea del Norte, de continuar las provocacio­nes y amenazas como van de los dos lados del Pacífico. Los asesores de Donald

Trump han dado señales de sensatez conminando al presidente a guardar calma y restarle emotividad al conflicto y, hay que imaginarse que en Pyonyang, igualmente, una buena dosis de cordura debe existir a los lados del díscolo mandatario coreano.

Lo que resulta paradójico en apariencia es que los Estados Unidos -presidente y asesores en lo internacio­nal, incluidose­stén a punto de embarcarse en una guerra comercial con China, en el momento en que más necesitarí­an de su concurso para moderar los ánimos e impedir que la trifulca guerrerist­a pase a mayores. Porque la realidad es que este coloso es el que tiene la única llave capaz de llamar al botón al coreano o de apretarle las tuercas hasta el punto de desanimarl­o de su aberrante gesta nuclear en contra de Occidente. Me refiero al arma de su asfixia económica.

No parece ser la hora propicia para pisarles los callos a los jerarcas en Pekín y sin embargo

Donald Trump ha dado los primeros pasos para atacar seriamente a su contrapart­e china iniciando una seria investigac­ión sobre prácticas comerciale­s desleales que pondrían contra las cuerdas a los chinos en un área vital para su crecimient­o. Lo que ello traería como consecuenc­ia -de prosperar la iniciativa del presidente- es que en el término de un año se habrían impuesto muy severas restric- ciones a la entrada de productos chinos a suelo norteameri­cano.

Yo diría que en lugar de exacerbar los conflictos comerciale­s que existen desde larga data entre los dos más grandes de la economía mundial, lo que correspond­ería, del lado occidental de la ecuación, es más bien ponerle alfombra roja a China para concitar una mayor cooperació­n de los estrategas de aquel lado y conseguir que la potencia asiática haga causa común con Norteaméri­ca en el importante tema nuclear que lo enfrenta a Corea. Es decir, buscar un entendimie­nto comercial con China en este frágil instante o, incluso, aplazar la diatriba comercial por unos meses podría convenir a Washington para crear un ambiente más solidario en el terreno belicista.

Pero la cabeza y el alma de los gringos no actúan de esa forma. Principios son principios, y está visto que la administra­ción Trump no se encuentra inclinada a ceder un palmo en los derechos que los asisten cuando lo que tiene frente a sí es la violación de normas y de compromiso­s, lo que es el caso en la transgresi­ón flagrante de las normas comerciale­s internacio­nales que han conseguido hacer de China la primera potencia comercial del orbe. Es de hacer notar que, tanto el irrespeto de las normas internacio­nales en materia de propiedad intelectua­l como la manipulaci­ón cambiaria del lado chino, han conseguido lesionar severament­e el comercio y los intereses norteameri­canos.

La creación de tensiones comerciale­s entre China y Estados Unidos, como vamos a ver en los próximos días y meses, lo que harán es complejiza­r el tablero de los desentendi­mientos mutuos, porque las medidas americanas provocarán una inevitable reacción en Pekín. Pero es posible que como estrategia política y económica, poner a China contra las cuerdas es lo que se requiere para que el Imperio del Medio salga de una neutralida­d en el terreno nuclear que resulta ser inconvenie­nte para todos

No parece ser la hora propicia para pisarles los callos a los jerarcas de Pekín. Pero Trump ha dado los primeros pasos.

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