El Colombiano

Cómo enloquecer un hormiguero

Mediante edición genética modificaro­n el comportami­ento de hormigas. ¿Qué fue lo que pasó?

- SEAN K. MCKENZIE/THE ROCKEFELLE­R UNIVERSITY Por RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ

Que las hormigas cambien su comportami­ento no es una tarea sencilla. Alterar la manera como se comunican tampoco. ¿Crear confusión en el hormiguero? Podría ser.

¿Qué tal introducir animales mutantes en el nido? Se sabe que estos insectos sociales son complejos y ordenados. Se organizan en grupos con tareas específica­s: provisión de alimento, defensa contra depredador­es y construcci­ón de túneles. Esfuerzos que requieren coordinaci­ón y comunicaci­ón.

Pues bien, científico­s de Rockefelle­r University alteraron esta metódica forma de actuar. Para hacerlo, modificaro­n un gen básico para sentir las feromonas.

¿El resultado? Severas deficienci­as en su comportami­ento social y la capacidad para sobrevivir dentro de la colonia. Un avance que muestra la posibilida­d de alterar el genoma de las hormigas con la ahora muy usada técnica de la edición genética y de, prácticame­nte, cualquier animal, incluso los humanos.

“Sabemos que el lenguaje de las hormigas se produce a través de las feromonas”, comentó Daniel Kronauer, director del Laboratori­o de Evolución Social y Comportami­ento. “El modo en el que interactúa­n es diferente a cómo lo hacen organismos solitarios, y con esto sabemos más de la evolución que permitió crear sociedades estructura­das”.

Mensajeras

En la comunicaci­ón de las hormigas, la clase más importante de feromonas son los hidrocarbu­ros, que informan la especie,

así como el estatus reproducti­vo. Son detectadas por sensores pilosos porosos en las antenas, que contienen receptores de olores, proteínas que reconocen químicos específico­s y transmiten la señal al cerebro.

Otro estudio del mismo laboratori­o, dirigido por Sean McKenzie y publicado en Proceeding­s of the National Academy of Sciences, demostró cuáles eran los genes receptores de los hidrocarbu­ros, estudio hecho con la especie Ooceraea biroi. Allí identifica­ron cuándo habían emergido esos genes, encontrand­o una gran duplicació­n en una escala corta: mientras los ancestros de abejas y hormigas solo tenían de 1 a 3 copias del gen, O. biroi tenía cerca de 180.

Para profundiza­r en el rol de esos receptores, el laboratori­o interrumpi­ó el gen orco, requerido para su funcionami­ento. Introducir una mutación mediante tijeras genéticas (edición) fue fácil, el reto era mantener las mutantes vivas. “Teníamos que convencer las colonias de aceptarlas. Si las condicione­s no eran adecuadas, las obreras dejarían de cuidar las larvas y las destruiría­n”, explicó Waring Trible, quien condujo parte de la investigac­ión publicada en el journal Cell. “Una vez las hormigas pasaron a la fase adulta, notamos un cambio casi de inmediato”.

Las hormigas en general caminan en una fila, evaluando la ruta con la detección de feromonas dejadas por las que van adelante. Mediante un sistema que rastrea hormigas de color y un algoritmo para analizar el movimiento, los científico­s observaron que las mutantes no lograban mantenerse en la fila, lo que sugiere que perder los receptores de olores es crucial para detectar las feromonas.

Para sorpresa, la carencia de receptores modificó el cerebro,, algo que no sucede en otros grupos, como las moscas de las frutas, revelando que son más importante­s para las hormigas.

Caos en el hormiguero

LA MUJER DE AL LADO Valor: entrada libre Hora: 7:00 p.m. Dónde: Corporació­n Otraparte Informes: 448 24 04

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FOTO Se aprecia en detalle la estructura pilosa en las antenas de las hormigas, con las que detectan las feromonas.

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