El Colombiano

Ventana abierta a la vida de los 50

- Por JOHN SALDARRIAG­A

Sepia es el color con el que se pintan los recuerdos de los años que se hunden muy adentro en la memoria. Con ese tono, Juan José García Posada ve en su mente a las personas, las cosas y los lugares de los años cincuenta del siglo pasado, cuando transcurrí­a su infancia en el barrio San Benito. Ese parecía ser el eje alrededor del cual giraba el mundo.

Por eso escribió el libro La ciudad que perdimos. Cuando la noche era silenciosa, que acaba de publicar la Editorial Universida­d Pontificia Bolivarian­a en su colección Club de Escritores.

Allí estaba la Iglesia y a ella acudía con su papá a misa de 4:30 de la mañana los domingos. Una de esas madrugadas, en 1959, resultó premiada: el actor y cantante mexicano Pepe Mojica, ya convertido en fray José, pasaba en una especie de gira y se alojó en el convento de la comunidad. Subió al púlpito y cantó unas canciones, entre ellas Las mañanitas.

Juan José evoca en ese libro cómo era el comercio en Medellín. Los lugares de encuentro como el Salón de Té El Ástor, así como los parques y plazoletas.

Entre estas, la Plaza de Zea, un sitio frecuentad­o por las familias. Menciona el cine: teatros como el Alameda y el Lido. Con una televisión apenas naciente, este espectácul­o era infaltable.

Narrado en primera persona, este volumen habla de la Medellín de mitad del siglo XX. Es inevitable la nostalgia al evocar las cosas idas. Pero más que el tufillo de añoranza, en los relatos hay más un sentido de recuperaci­ón de la memoria. Es interesant­e saber cómo vivían en otras épocas

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