EDITORIAL “Maravillosa, de principio a fin, así se espera sea la visita del Papa Francisco a Colombia. Al igual que las demás ciudades que visitará, Medellín está lista para darle al Pescador una acogida como la brindada al Papa Juan Pablo II, en 1986”.
Todo está listo en la ciudad para recibir al pontífice. Se esperan con interés sus palabras sobre el proceso de paz, la corrupción, la defensa del medio ambiente, la crisis venezolana y sus refugiados.
Maravillosa, de principio a fin, así se espera sea la visita del Papa Francisco a Colombia. Al igual que las demás ciudades que visitará, Medellín está lista para darle al Pescador una acogida como la brindada al Papa Juan Pablo II, en 1986, primer pontífice que visitó la ciudad, y que por su carácter de histórica, sigue viva en las mentes de millones de personas.
No obstante su doble calidad de jefe de Estado y jefe de la Iglesia Católica y aunque el Vaticano ha precisado que la cita es estrictamente pastoral, seguramente algunos de sus pronunciamientos tendrán efectos políticos.
Esto es muy importante porque Colombia vive momentos de mucha conmoción: enfrenta una grave crisis institucional y de confrontación política, que se considera similar a la que antecedió la violencia partidista de los años 40; una corrupción generalizada, una violencia creciente y un estado de transición hacia la paz, tras el acuerdo con las Farc y los avances en los diálogos con el Eln, que también tienen dividido al país, ad portas de una campaña política electoral.
El Papa es latinoamericano y conoce de manera profunda las crisis de la región. Por ello se espera con optimismo que haga referencia a nuestros problemas críticos, la situación venezolana, los refugiados que huyen del país y los millones de trashumantes de este y otros continentes que dejan sus países en busca de un mundo mejor y más seguro en naciones desarrolladas que hoy les cierran puertas.
Aquello que diga en Medellín no caerá en oídos sordos. La casi totalidad de los habi- tantes de la ciudad son católicos, practicantes por tradición y convicción; defensores de la unidad familiar y la fe.
Fue en esta ciudad donde se sentaron las bases del proceso de renovación y proyección de la Iglesia Católica hacia los senderos de la justicia social en la Conferencia del Episcopado Latinoamericano, que sesionó en el Seminario Mayor, en 1968, la cual fue una de las principales motivaciones de la visita del Papa Paulo VI a Bogotá, primer pontífice que visitaba a América Latina, en 500 años de evangelización.
El Papa Francisco además de su liderazgo religioso, es un líder mundial de opinión, quien tiene por opción la causa de los pobres. Él ha abandonado los linderos de su religiosidad para señalarle a la sociedad problemas sensibles y cruciales del siglo XXI, relacionados con los fundamentalismos, la xenofo- bia, los refugiados, las minorías, la población LGTBI, la corrupción y la pederastia de sotana...
Más que la defensa de la moral cristiana, al modo tradicional de la Iglesia, pone el énfasis en las relaciones éticas entre la población y su conexión con el mundo y la naturaleza, su encíclica laudato si, tiene como centro la protección ambiental del planeta, como nuestra morada en el Universo.
Esta semana Medellín será lugar de peregrinación. Monseñor Ricardo Tobón, arzobispo de la ciudad, calcula la asistencia a la homilía en el Aeropuerto Olaya Herrera, en cerca de un millón de personas.
De los municipios de Antioquia, ciudades y regiones de los departamentos vecinos del Eje Cafetero, Chocó, Santanderes, Valle y naciones como Ecuador, Argentina, Bolivia, Chile y Perú, llegarán a la capital antioqueña unas 250.000 personas, según los cálculos de la Iglesia, que ha atendido numerosas cartas de quienes esperan algún tipo de apoyo en esos días.
La ciudad, habitantes y turistas deberán lucirse para que quienes nos visiten en ese día histórico y participen en los actos y recorridos del pontífice, lo recuerden con regocijo y agradecimiento