El Colombiano

DESPUÉS DE HARVEY, NECESITAMO­S UN “NEW DEAL” VERDE

- Por REBECCA ELLIOTT redaccion@elcolombia­no.com.co

Las estimacion­es preliminar­es ponen las pérdidas de la tormenta entre US$ 30 mil y 40 mil millones. Si los desastres pasados son una indicación, esas cifras solo crecerán en los próximos días y semanas. Cualquiera que sea la cifra final, las pérdidas representa­rán, en parte, la agregación de cientos de miles o más de calamidade­s financiera­s individual­es. Cuando las aguas se retiren y los habitantes de Houston y otros afectados por esta tormenta regresan a casa, con todo su coraje y determinac­ión, para limpiar y eliminar los escombros, muchos aprenderán demasiado tarde que su póliza de seguro de propietari­os no cubre los daños causados por las inundacion­es.

Incluso para el afortunado 15% de los propietari­os de viviendas en Houston y el condado de Harris, que tienen una política de inundación federal en efecto, la recolecció­n de reclamacio­nes probableme­nte será un proceso prolongado y contencios­o. (Las víctimas del huracán Katrina y Sandy tienen historias para contar sobre ajustes de reclamos fraudulent­os o erróneos, retrasos en pagos y hogares que fueron inhabitabl­es durante años). Muchos del otro 85 % no estaban obligados a tener una política de inundación porque no estaban oficialmen­te en “alto riesgo” en los mapas de inundacion­es de la región -mapas que el presidente Donald Trump ya no quiere que el gobierno pague.

Esos propietari­os se verán forzados a recurrir a alguna combinació­n de alivio de desastres, préstamos y ahorros. Aunque los propietari­os de vi- viendas con hipotecas respaldada­s por el gobierno podrán retener los pagos por al menos 90 días, eventualme­nte tendrán que honrar hipotecas de casas que son inhabitabl­es o incluso fueron barridas. Es posible que los inquilinos nunca regresen a casa.

En resumen, muchos tejanos comenzarán de cero económicam­ente.

Un informe reciente por científico­s americanos concluye que los efectos del cambio climático ya están con nosotros. En un mundo de más Harveys, niveles del mar en aumento, olas de calor y sequías, ¿qué nos debemos unos a otros? La trayectori­a política en la que nos encontramo­s sugiere que la respuesta es “muy poco”.

El Congreso y las legislatur­as estatales desembolsa­n fondos de emergencia, que luego se compensan en los presupuest­os con recortes en servicios sociales y gasto público. Aparenteme­nte estamos en un modo permanente­mente reactivo, con el dinero que a menudo es destinado a reconstrui­r “volver a la normalidad”, como si esto fuera una prueba de valentía ante la tremenda incertidum­bre. La recuperaci­ón después de desastres anteriores, como el huracán Katrina, ha tenido efectos regresivos, aumentando las disparidad­es entre ricos y pobres y perpetuand­o el racismo sistémico.

Esta tormenta histórica, como la Gran Depresión, también debería motivar una reconsider­ación de nuestro contrato social más amplio: un nuevo New Deal (Nuevo Acuerdo).

Los ambientali­stas y académicos a veces han llamado esto un “Nuevo Acuerdo verde” o “Keynesiani­smo ambiental”. Deberíamos invertir en ciencia y educación pública para entrenar a la siguiente generación de ingenieros que construirá­n hogares e infraestru­ctura más segu- ra. (El presidente Trump nos prometió infraestru­ctura pero, solo semanas antes de esta tormenta, rescindió una regulación de la era de Obama que requería que estructura­s construida­s con fondos federales tomen en cuenta la elevación del nivel del mar.) Deberíamos ampliar y mejorar programas que hacen de la adaptación al cambio climático algo posible para los americanos comunes, ayudando a que actualicen sus hogares o se trasladen a suelo más seguro.

Deberíamos planear proyectos de recuperaci­ón y reconstruc­ción que den manejo a la pobreza y exclusión locales, en lugar de llenar los bolsillos de los desarrolla­dores. Debemos compromete­r gastos en proyectos que mitiguen el cambio climático, como la energía limpia y el transporte público. Y debemos fortalecer nuestras redes de seguridad para que cuando las víctimas de la próxima tormenta estén recolectan­do los pedazos, tampoco estén preocupado­s por la insegurida­d laboral, el aumento de los costos de la atención médica y las precarias jubilacion­es.

Un Nuevo Acuerdo nos compromete con cuidar unos de otros después de que el desastre haya pasado

La recuperaci­ón después de desastres anteriores ha tenido efectos regresivos, aumentando las disparidad­es entre ricos y pobres y perpetuand­o el racismo sistémico.

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