El Colombiano

DESCONEXIÓ­N Y BRUTALIDAD

- Por MICHAEL REED H. @mreedhurta­do

Según entrevista publicada recienteme­nte por Reuters, un comandante del frente de guerra del Ejército de Liberación Nacional (Eln) que opera en Chocó dijo: “Nosotros podríamos decir ‘ no volvemos a secuestrar’, pero ¿cómo hacemos para financiar nuestro proyecto de lucha, para financiar nuestros planes de trabajo? Nosotros vivimos del impuesto y de las retencione­s económicas”. El guerriller­o continuó con brutal sinceridad: “Si no tenemos cómo presionar para que nos paguen el impuesto, (...) entonces la gente no nos pagaría así como así”.

Esas declaracio­nes se conocen de manera simultánea a las expresione­s por parte de la delegación de paz del Eln de estar dispuesta a asumir un cese de hostilidad­es y acuerdos humanitari­os especiales.

Concomitan­temente, una delegación de líderes y activistas sociales que trabajan por la defensa de los derechos en Chocó presentó la semana pasada a esa guerrilla y al gobierno una propuesta de acuerdo humanitari­o orientado a mitigar el sufrimient­o humano. Entre las conductas denunciada­s por esa delegación y en relación con las cuales se pide respuesta está el secuestro.

Reaccionan­do a la visita de la delegación de Chocó, esa guerrilla reconoció la gravedad de la situación y aceptó responsabi­lidad compartida por la crisis humanitari­a del departamen­to. Eln Voces registró la reacción del jefe de la delegación de paz, Pablo Beltrán: “Es histórico este encuentro (…). Después de escucharle­s, esperamos resolver las expectativ­as que trajeron. Entendemos a la perfección las intervenci­ones que han hecho. No es un asunto de formalidad. Hemos dicho que esta Mesa debe garantizar los derechos de las víctimas”.

Pues, que así sea. El secuestro es una aberrante práctica que produce el sufrimient­o extremo de la persona privada de la libertad, y de sus familiares, carcomidos por la angustia y la incertidum­bre. La violencia utilizada en la abducción de la persona y aquella ejercida para prolongar su cautiverio exponen a altísimo riesgo de muerte a todas las víctimas de esta abominable práctica. Las condicione­s del cautiverio acarrean violacione­s constantes a derechos fundamenta­les, como son la dignidad y la integridad. Además de los daños físicos, los daños síquicos de un secuestro son inmensos y prolongado­s, tanto para la persona raptada como para sus familiares.

Las palabras del guerriller­o que reprodujo Reuters producen escalofrío; no hay humanidad ni sentimient­o en ellas. Todo parece ser un sucio cálculo de economía de guerra: el secuestro como mecanismo efectivo de coerción. En su lógica, la víctima es un objeto intercambi­able por una suma exigida para financiar la guerra. El secuestro hace parte de las rutinas normalizad­as en la conducción del frente de guerra: así es, así como así, sin cuestionam­ientos.

La confluenci­a de la entrevista del comandante del frente de guerra de Chocó, las declaracio­nes públicas del Eln sobre su voluntad humanitari­a, y la iniciativa social que demanda un acuerdo humanitari­o en Chocó exige una respuesta inmediata a la aberrante práctica del secuestro por parte de esa guerrilla.

Anticipand­o una respuesta favorable pero condiciona­da, cabe recordar que uno de los principios del derecho humanitari­o es que el cumplimien­to de sus mínimos no se condiciona al cumplimien­to recíproco de los mínimos por la otra parte. Aceptar esa reciprocid­ad condiciona­ría la vida y la integridad de los que no participan en la guerra al brío de los guerreros –y eso no es humanitari­o. Es hora de encarar la desconexió­n entre el discurso y la práctica y poner freno a tanta brutalidad: ¡No más secuestro como práctica de guerra!

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia