El Colombiano

“Norcorea está suplicando por una guerra”: EE. UU.

La respuesta de Washington al ensayo nuclear de Pyongyang solo eleva las tensiones entre ambos y aumenta posibilida­d de conflicto. El diálogo se aleja.

- Por MARIANA ESCOBAR ROLDÁN

¿ Correspond­e la última prueba nuclear de Corea del Norte a una bomba de hidrógeno?, ¿tienen capacidad de lanzarla por medio de un misil interconti­nental?, ¿cómo lograron sofisticar su tecnología?, ¿cuál debe ser la respuesta de sus rivales?, ¿estamos próximos a un conflicto?

Estas preguntas son las que analistas de todo el mundo plantean luego de que el Gobierno de Kim Jong-un realizara su sexta y más potente prueba nuclear: una bomba con un impacto seis veces superior a las lanzadas en Hiroshima y Nagasaki, y que podría ser de hidrógeno (ver paréntesis).

El significad­o de este hecho es tal que, ayer, en una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, la embajadora estadounid­ense en ese organismo, Nikki Haley, dijo que el líder norcoreano está “suplicando por una guerra”, y que si bien un enfrentami­ento no es algo que quiera ahora Washington, “la paciencia de nuestro país no es ilimitada”, añadió.

Además, Haley advirtió que EE. UU. cortará con los países que colaboran con las “intencione­s nucleares peligrosas” de Corea del Norte, mientras el Consejo de Seguridad de la ONU evalúa nuevas sanciones contra el aislado país, que dio señales de planear nuevos ensayos con misiles balísticos interconti­nentales capaces de llegar hasta EE. UU., según dijo Jang Kyung-soo, funcionari­o del Ministerio de Defensa de Corea del Sur.

Riesgo, con hidrógeno o no

En medio de la zozobra, los científico­s aún evalúan si se trató o no de una bomba de hidrógeno. Diego Torres, doctor en Física Nuclear y docente del Departamen­to de Física de la Universida­d Nacional, no cree que se haya tratado de un artefacto de ese tipo, aunque “definitiva­mente” fue una bomba más poderosa que las anteriores, por eso los dos temblores que se sintieron en Corea del sur y China.

Por las fotografía­s recientes en las que se ve al presidente de Corea del Norte frente a un objeto que parece ser una bomba de hidrogeno, Torres afirma que no es claro si tiene dichas caracterís­ticas, pero sí que Norcorea ha estado trabajando en tenerla: “es claro que el líder está determinad­o a mostrar mucho más los dientes que su padre. De un total de seis pruebas nucleares en la historia de ese país, cuatro se han realizado bajo el mandato de Kim”.

En ese sentido, continúa el experto, es posible que la bomba probada el domingo haya sido un intento exitoso de tener una bomba con Tritio, un isótopo del hidrógeno que se usa como combustibl­e para la obtención de energía nuclear. No obstante, Torres se aventura a afirmar que en dos años Corea del Norte estará en capacidad de realizar su primera prueba nuclear de una bomba de hidrógeno, cuya explosión podría tener un poder de al menos 20 veces el de las bombas de Hiroshima y Nagasaki combinadas, y un temblor de 7 a 8 grados en la escala de Ritchter.

El físico nuclear considera que Corea del Norte seguirá desarrolla­ndo su arsenal de cohetes balísticos interconti­nentales, y para el mismo tiempo habrá desarrolla­do cohetes capaces de llegar a la costa oeste norteameri­cana, y alcanzar ciudades como Los Ángeles.

¿Qué elevó las tensiones?

Aunque se necesitan más pruebas para que Corea del Norte confirme la capacidad de su sistema nuclear, después de más de dos décadas de esfuerzo, el país puede atacar objetivos clave fuera de su región. “Esta capacidad se disparó desde el pasado 8 de agosto, cuando el presidente estadounid­ense Donald Trump amenazó a Corea del Norte con fuego y furia si Pyongyang continuaba sus actividade­s nucleares y con misiles”, advierte Daryl Kimball, director de la Asociación para el Control de Armas, con base en EE. UU.

Para él, la incapacida­d de la comunidad internacio­nal para frenar y revertir las actividade­s nucleares y de misiles de Corea del Norte es el resultado de errores de cálculo de muchos actores, entre ellos los gobiernos anteriores de George W. Bush y Barack Obama, y los gobiernos surcoreano­s.

A eso se suma que desde que Trump asumió el cargo, ni él ni su administra­ción han llevado a cabo de manera competente una política de “máxima pre- sión y compromiso” con Corea del Norte. “Trump ha exacerbado enormement­e los riesgos a través de burlas irresponsa­bles y amenazas de la fuerza militar estadounid­ense que solo dan credibilid­ad a la línea de propaganda norcoreana de que las armas nucleares son necesarias para disuadir a la agresión estadounid­ense y han estimulado a Kim Jong-un a acelerar su programa nuclear”, asegura.

No obstante, las tensiones han escalado tales niveles que cualquier error de cálculo o un mal entendido podrían salir excesivame­nte costoso y desatar una guerra nuclear, sugiere Beatrice Fihn, directora de la Campaña Internacio­nal para Abolir las Armas Nucleares (ICAN, por sus siglas en inglés), y agrega que en las condicione­s actuales hay dos países listos para atacar, indiscrimi­nadamente, una ciudad con civiles.

Sobre el crecimient­o en las capacidade­s de Pyongyang, Fihn cree que ese Gobierno lo está haciendo por sí solo, como prioridad nacional y sin la ayuda de otros. “Lo que usan no es precisamen­te una tecnología alta y moderna. Desde 2003 ya advertimos que estas capacidade­s se veían venir, que Corea del Norte se preparaba desde entonces para alcanzar los niveles de hoy. Ahora es muy tar- de para ir atrás y cambiar ese comportami­ento”, lamenta.

¿Guerra avisada?

Con las acciones de Norcorea, los ejercicios militares de Washington y Seúl en la península y con las palabras de la embajadora Haley, “las provocacio­nes aumentaron en magnitud y frecuencia”, expresa Scott Snyder, director del programa Estados Unidos-Corea del Consejo de Política Exterior (CFR).

En ese sentido, dice, es probable que Estados Unidos persiga una respuesta múltiple que incluya sanciones de la ONU, sanciones económicas unilateral­es, medidas adicionale­s militares y de disuasión, y otras declaracio­nes diseñadas para disuadir a las amenazas de Corea del Norte.

Ese escenario, que es el más probable en el presente, preocupa a Kimball, para quien las tensiones están extremadam­ente altas y el riesgo de un conflicto está creciendo.

“Las fuerzas estadounid­enses deben evitar las operacione­s que sugieren que Washington está planeando o iniciando un ataque preventivo contra Corea del Norte, lo que podría desencaden­ar un error de cálculo por parte de Pyongyang”, explica , y recomienda que Trump debe estar dispuesto a hacer algo más que simplement­e decir que está abierto a las conversaci­ones con su rival Kim.

Para que un diálogo funcione, concluye, Estados Unidos debe ceder modificand­o los ejercicios y maniobras militares con Corea del Sur, que exacerban los ánimos en Corea del Norte, y este último deberá mostrar al menos la intención de frenar su programa nuclear. ¿Darán ambos de su parte? Eso solo se sabrá en las próximas semanas

“Kim Jong-un hizo de esto una prioridad nacional y continuará hasta que alguien lo detenga”. SCOTT SNYDER Experto del CFR

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ILUSTRACIÓ­N ELENA OSPINA

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