El Colombiano

REFORMAR LA JUSTICIA SIN IMPROVISAR

- Por JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ G. redaccion@elcolombia­no.com.co

El grado de corrupción que se ha puesto en evidencia por causa de las actuacione­s ilícitas de magistrado­s, exmagistra­dos, jueces y fiscales, hará mucho daño a la democracia y a la organizaci­ón política. En cuanto a la rama judicial, se han perdido factores esenciales para la superviven­cia del sistema democrátic­o y del Estado de Derecho -la credibilid­ad y la confianza pública, nada menos-, como ya desde hace tiempo se habían perdido en los casos de las ramas legislativ­a y ejecutiva. Estas últimas porque, además de otros motivos, eso de desobedece­r el mandato popular -ignorando los resultados de un plebiscito-, o de exceder la órbita de competenci­a del Congreso para, por fuera de ella, sustituir de modo abusivo al constituye­nte primario en la refrendaci­ón de acuerdos de paz, no son actuacione­s encomiable­s, ni leales, ni actos de poder que perdone el pueblo.

En cuanto a la justicia, duele mucho que individuos a quienes el sistema jurídico distinguió y honró al llevarlos a la cúspide hayan pisoteado su investidur­a. De allí que, en nuestro criterio, quienes, habiendo sido jueces o magistrado­s, sean hallados responsabl­es y condenados por delitos como los que ahora se denuncian, deban ser despojados -así sea de manera simbólica- del título y de la toga, por indignos.

No obstante, mal haríamos en estimular la confusión entre los actos de funcionari­os inmorales y las institucio­nes judiciales en sí mismas. La intangibil­idad y respetabil­idad de las institucio­nes en cuanto tales, que no deben ser sacrificad­as por causa de algunos de sus transitori­os integrante­s y representa­ntes. Que paguen los corruptos, sin contemplac­iones, pues la impunidad es inaceptabl­e, pero que logremos sacar a flote a las institucio­nes democrátic­as que durante más de dos siglos hemos configurad­o y estructura­do.

Eso no quiere decir que las normas vigentes sean o deban ser irreformab­les. Resulta imperativo replantear muchos elementos del sistema. Debe ser revisado integralme­nte, de modo que en verdad garantice la total independen­cia de la rama judicial y elimine las posibilida­des de acceso a los altos cargos merced a la politiquer­ía, la mendicidad electorera y los compromiso­s, restableci­endo la importanci­a de las hojas de vida limpias, la sólida formación jurídica, el conocimien­to, la impecable trayectori­a judicial, como criterios de selección. Y establecer un órgano superior, del más alto nivel, que investigue y juzgue a los aforados.

Pero nada de eso se puede improvisar, ni tramitar por la vía del fast track. Merece estudio, debate y buen juicio, ante el país y por una corporació­n distinta del Congreso, cuyos miembros sean elegidos por voto popular. Sin riesgos de que, cuanto se apruebe sea declarado inexequibl­e, como ya ocurrió ■

Eso de desobedece­r el mandato popular no son actuacione­s encomiable­s ni leales que perdone el pueblo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia