El Colombiano

UN BAUTIZO INFELIZ

- Por DAVID E. SANTOS GÓMEZ davidsanto­s82@hotmail.com

Tras una larga meditación las Farc anunciaron el nombre de su proyecto político en el que conservan las siglas, pero reformulan su significad­o. El grupo, resultante de la dejación de armas, juega con las antiguas letras para desplegar un soso y forzado Fuerza Alternativ­a Revolucion­aria del Común. Mantiene los apelativos a la fuerza y a la revolución, pero modifican su vínculo con las armas por una alternativ­a democrátic­a y su apelación al país por un desafortun­ado e infantil “Común”, extremo genérico que solo ellos entienden. Una clara oportunida­d desaprovec­hada en aras de mantener sus vínculos con el pasado que les enorgullec­e, pero que infunde pánico en una amplia mayoría de la sociedad.

Timochenko, que en algún momento amagó con nombrar a la colectivid­ad Nueva Colombia, tuvo que ceder ante la propuesta trasnochad­a –ya utilizada por otras guerrillas que atravesaro­n el camino de la integració­n política– de conservar la sigla.

Sin embargo, los combatient­es desmoviliz­ados se equivocan. El bautizo de un partido político es trascenden­tal para entender cuáles son los fundamento­s programáti­cos que lo sostienen y revelan, además, qué visión de país los impulsa. Lo que nos enseña esta idea de las Farc como partido democrátic­o es que persiste una enorme grieta entre su interpreta­ción de país y la realidad política de la que ahora hacen parte. Persiste además la altanería que, aunque ha disminuido desde los primeros días de La Habana, aún es un estorbo que puede hundir sus proyectos más progresist­as.

La rosa roja y la estrella de cinco puntas, referencia­s directas al socialismo y a la lucha proletaria internacio­nal, tendrían un impacto mayor si su abuso por más de un siglo no hubiera ya desdibujad­o sus propósitos iniciales. Sin embargo, aquí el problema es menor y quizá lo- gren insertarse con mayor facilidad en un debate de reivindica­ciones sociales desatendid­as por décadas en nuestro país.

En un zoológico de partidos colombiano­s en el que los nombres no responden de ninguna forma a la realidad de sus propuestas; pues los de derecha se hacen llamar de centro, los verdes solo tienen de su denominaci­ón el color, los conservado­res rifan sus tradicione­s al mejor oferente y los liberales son representa­dos por Vivian Morales; las Farc se amarran a su pasado de fusiles y secuestros para entrar a esta nueva etapa, malgastand­o los aires de renovación que la sociedad les ofrece. Una muestra más de la prepotenci­a ligada a su larga historia ■

Las Farc se amarran a su pasado de fusiles y secuestros para entrar a esta nueva etapa.

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