El Colombiano

UNA ROSA LLENA DE ESPINAS

- Por HUMBERTO MONTERO hmontero@larazon.es

La guerra de los cincuenta años. Un saldo de más de un millón de víctimas. Crímenes de lesa humanidad cometidos contra civiles: hombres mujeres y niños. Asesinatos, reclutamie­ntos forzosos, violacione­s masivas, secuestros, tráfico de armas y de drogas.

El catálogo de atrocidade­s es bien conocido por todos ustedes y está suficiente­mente documentad­o como para que las Farc fueran incluidas en todos los listados internacio­nales de grupos terrorista­s, al lado de organizaci­ones como Al-Qaeda y el Estado Islámico. La propia Fiscalía colombiana recogió cerca de 2.000 acciones que encajan con esos delitos de lesa humanidad, crímenes de guerra e infraccion­es al derecho internacio­nal humanitari­o. Los campos de concentrac­ión que las Farc establecie­ron en las selvas de Calamar y Guaviare para mantener presos, con cadenas y candados en el cuello, a más de 400 militares y policías secuestrad­os son parte de ese listado de atrocidade­s que desbordaro­n los límites de

la guerra y que incluyeron el secuestro durante años de políticos como Ingrid Betancourt, Clara Rojas, Alan Jara, Jorge Eduardo Géchem, Consuelo González y

Gloria Polanco, entre otros. Según el informe “¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad”, elaborado por 18 investigad­ores a lo largo de seis años para el Centro Nacional de Memoria Histórica, hay perfectame­nte documentad­os 220.000 muertos, 5,7 millones de desplazado­s en las zonas rurales, más de 25.000 desapareci­dos y casi 30.000 secuestrad­os. Sin embargo, otros estudios aumentan la cifra por encima del millón de muertos, incluidas las víctimas de las minas antiperson­a, las purgas internas y los abortos practicado­s sin garantías a las guerriller­as, que acabaron siendo enterradas junto a los niños arrebatado­s de sus entrañas.

Cerca de 250 miembros de las Farc, entre los que se encuentran ocho del denominado secretaria­do son considerad­os criminales de guerra.

El daño causado por las Farc es comparable, por su magnitud y depravació­n, al que los nazis causaron en Alemania. Sería impensable que hoy, no digo ya recién terminada la Segunda Guerra Mundial, los herederos del nazismo se presentara­n a las elecciones con las mismas siglas (NSDAP) con las que Adolf Hitler ganó en las urnas el poder.

Sin embargo, los narcoterro­ristas no tienen esos reparos y han decidido nombrar a su movimiento político con las mismas siglas con las que asesinaron y extorsiona­ron a Colombia durante medio siglo.

«Puede ser que para algunos este nombre arrastre una carga negativa, pero también repre- senta nuestro pasado revolucion­ario, que no se va a desdibujar. Vamos a continuar el conflicto, pero ahora desde la política y la legalidad». Con estas desafiante­s palabras presentó el ex comandante de las Farc Iván Márquez el nuevo partido, Fuerza Alternativ­a Revolucion­aria del Común, con el que los desarmados terrorista­s se presentará­n a las presidenci­ales de 2018. La elección resulta una burla a las víctimas y un recordator­io a Santos y a la clase política colombiana de que las Farc siguen ahí, con la misma capacidad para seguir extorsiona­ndo a todo el país con la amenaza de romper la pretendida paz y volver a retomar las armas bajo esas mismas siglas de violencia y odio. De momento, los diez asientos asegurados de los que disponen, un privilegio del que no disfruta ningún otro partido, previenen la democracia colombiana que el propio Santos dinamitó al saltarse a las bravas el rechazo de los ciudadanos a los acuerdos presentado­s al referéndum. El posterior retoque cosmético se ha traducido en esto: las mismas siglas llenas de veneno y un nuevo emblema. Una rosa llena de espinas cuyo ideario político populista no enmascara la intoleranc­ia de quienes están detrás de una marca que es sinónimo de dolor para la mayoría de Colombia

No tienen reparos y decidieron nombrar su movimiento con las mismas siglas con las que asesinaron a Colombia 50 años.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia