El Colombiano

¡POPULISTAS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS!

- Por FRANCISCO CORTÉS RODAS franciscoc­ortes2007@gmail.com

Muchos libros, artículos y conferenci­as sobre populismo comienzan diciendo que uno de los términos más usados y del que más se abusa, dentro y fuera de la academia, es el de populismo. Ralf Dahrendorf dice que si la categoría de pueblo es la que define lo que es populismo, la democracia, que se basa en la soberanía popular, reclama una vinculació­n directa con el pueblo. Entonces, ¿cómo trazar el límite entre democracia y populismo? De otro lado, en el momento actual casi a todos los políticos, especialme­nte a los que no nos gustan, los calificamo­s de populistas. Pensemos ¿cuántos han sido denominado­s así en Colombia? ¿Son populistas realmente?

Pero hay un acuerdo en considerar que Perón y Chávez representa­ron un populismo de izquierda, y Heider, Marine Le Pen y Trump, son populistas de derecha. La diferencia central es que los primeros pretenden radicaliza­r la democracia mediante la extensión de las luchas democrátic­as por la igualdad al conjunto de la sociedad, mientras que los segundos cuestionan y quieren limitar la democracia liberal.

Ernesto Laclau, destacado teórico del populismo, en su libro La razón populista señala tres elementos que lo caracteriz­an: i) la formación de una frontera interna antagó- nica que separa al “pueblo” del poder; ii) una “articulaci­ón equivalenc­ial de demandas” que hace posible el surgimient­o del pueblo (las demandas de un grupo social se articulan con las demandas de otros grupos sociales); iii) y la unificació­n de estas diversas demandas en un sistema estable de significac­ión, que se sintetiza en el surgimient­o de un líder que debe controlar el poder del pueblo, el líder carismátic­o.

Populismo significa entonces “cuestionar el orden institucio­nal mediante la construcci­ón de un pueblo como agente histórico, es decir, un agente que es un otro en relación al orden vigente” (Laclau-2006).

¿Cómo se construye un pueblo en términos del populismo? Aquí es importante considerar de qué manera mediante un juego de intervenci­ones culturales, retóricas, los populistas avanzan en la construcci­ón del pueblo.

Perón recurrió a la figura de los descamisad­os para señalar el antagonism­o radical entre el pueblo y los poderosos, Chávez señaló la corrupción generaliza­da del sistema de gobierno, Álvaro Uribe articula, mediante una hábil estrategia comunicati­va, las diversas formas de resentimie­nto, indignació­n y odio que la sociedad colombiana tiene a las Farc y al proceso de paz, y así ha profundiza­do la división radical de la sociedad. Como hábil populista usa la política comunicati­va (twitter, discursos incendiari­os, agresiones a periodista­s) y la pone al servicio del afecto, el sentimient­o, la teatralida­d, la espectacul­aridad, para producir su pueblo.

Laclau afirma que el populismo requiere de la construcci­ón discursiva del enemigo. “Es necesario, de alguna manera, representa­r el otro lado de la frontera, el enemigo”. Para el populismo de derecha el enemigo es la “Fuerza Alternativ­a Revolucion­aria del Común”, su manipulada paz y Santos. ¿Qué hacer con el enemigo que hoy canta a la paz y a la justicia social en la Plaza de Bolívar? Hacerlo trizas para avivar la guerra pide lo más selecto del uribismo ■

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