CARTA AL PAPA FRANCISCO
Respetado papa Francisco: qué bueno que visita su mundo latinoamericano. En este mundo sin esperanza que se derrumba por pedazos, necesitamos urgentemente a alguien con credibilidad y liderazgo que recuerde algo que se está olvidando a pasos agigantados: que en un mundo cargado de odios históricos, tenemos que perdonar y reconciliarnos. Ese es el mensaje central de Dios, quien es seguido y adorado por millones en diversas culturas y religiones.
Hay un ambiente muy raro en el mundo. Desde finales del siglo XIX, cuando se fermentó el comunismo, apareció una clase social pobre y desprotegida, que se llenó de odio contra unos ricos egoístas, adoradores del sistema capitalista que fue creando una brecha insalvable entre unos y otros. Una distancia entre hambre, lujos desproporcionados, falta de oportunidades y trabajo para millones; riqueza desmesurada para unos, imposibilidad de suplir las necesidades básicas para montones.
Pero, después, comenzó a desarrollarse una situación impensable históricamente: un odio compulsivo de los ricos contra los pobres como si estorbaran, como si ensuciaran el paisaje. Hay una característica especial: esos ricos no soportan que los pobres ten- gan un pedazo de tierra. Ellos quieren volver al pasado de antes de la revolución francesa, cuando la aristocracia era la dueña de la tierra. Hoy quieren tenerla toda, nuevamente, para monocultivos, para la ganadería o para apoderarse de las riquezas mineras en asocio con los gobiernos, hurtando a los dueños lo que por años les ha sido propio. En la tierra está la verdadera riqueza: el agua, la agricultura y la renovación del aire, las tres cosas de las que todos los animales dependemos para sobrevivir. Los ricos quieren apoderarse por completo de la tierra y hacen (y harán) todo lo posi- ble por apropiarse de ella.
Al menos, respetado Francisco, esa es la génesis del problema en Colombia. Ahí empezaron todos nuestros males a mediados del siglo XX. Y el odio se ha retroalimentado: los pobres contra los ricos, por abusadores; los ricos contra los pobres, porque amenazan su objetivo de dominio de la tierra.
Gracias por venir. Espero que nos portemos a la altura de lo que usted representa y significa. Como ya sabrá, hay gente aquí que no lo quiere porque ha sido sistemáticamente adoctrinada en el odio, con un discurso tan fuerte, que ha suplantado el discurso de Dios