El Colombiano

“NO SE DEJEN ROBAR LA ALEGRÍA Y LA ESPERANZA”

El sucesor del apóstol Pedro generó conmoción desde su llegada al aeropuerto de Catam. Miles de personas salieron a la calle a acompañar el recorrido hasta la Nunciatura, su casa de paso durante la visita a Colombia.

- Por COLPRENSA

Alas 4:10 de la tarde, 20 minutos antes de lo previsto, el Pastor Uno, llegó a la capital del país. Carreteó por la pista norte del aeropuerto ElDorado con las banderas del Vaticano y de Colombia asomadas por las ventanilla­s de la aeronave. Este era el anuncio de que la espera del arribo del Papa Francisco a Colombia había llegado a su fin.

Minutos después, el rostro blanco, igual que su vestimenta, asomó por la puerta y casi de inmediato descendió las escaleras rojas. Para sorpresa de muchos, lo hizo a un ritmo constante, rápido y con vigor, teniendo en cuenta las casi once horas de vuelo desde Roma y los 80 años del pontífice. Eran entonces las 4: 36 de la tarde de un miércoles que quedará guardado en la memoria de millones de colombiano­s.

Y así, sin fatiga, el vicario de Cristo se encontró con el presidente Juan Manuel Santos y su esposa María Clemencia Rodríguez fueron los primeros en estrechar la mano del Papa. Enseguida lo hizo el nuncio apostólico, Ettore Balestrero.

Una de las imágenes más emotivas y representa­tivas, al inicio de esta visita, fue el momento en que Emmanuel, el hijo de Clara Rojas, quien nació en medio del cautiverio de su madre a manos de la guerrilla de las Farc, le entregó al Papa Francisco una paloma de la paz. Hoy, Emmanuel, quien había permanecid­o lejos de cualquier exposición mediática, tiene 13 años de edad y es un símbolo de la tragedia del secuestro, pero también de la paz, la misma que, ha dicho Francisco, viene a impulsar para lograr el reencuentr­o y la reconcilia­ción entre los colombiano­s.

Despacio, con su blanco impecable, Francisco acompañó al Primer Mandatario, quien estuvo a su diestra; al otro costado, caminó la Primera Dama; y al lado, los integrante­s de la Gendarmerí­a del Vaticano, siempre custodiand­o al sucesor de Pedro. De inmediato, y como lo rezan los evangelios, los niños, vestidos de blanco, acudieron a saludar al Santo Padre, quien en ningún momento ocultó su sonrisa amable y bondadosa.

Las banderas del Vaticano y de Colombia enmarcaron la imagen que permitió dar paso a los saludos de las comitivas y a los integrante­s del alto Gobierno. Un escenario pomposo que cambió, igual que el rostro del Papa, cuando un grupo de jóvenes danzaron ‘Yo me llamo cumbia’, una manera de enfatizar en el nombre del país que lo recibió con multitudes desbordada­s en las calles.

A las 4:40 de la tarde, el papa Francisco abordó por primera vez uno de los tres papamóvile­s fabricados para su visita, un momento esperado por los fieles que desde temprano aguardaban con fervor a Francisco sobre la Avenida El Dorado para, con banderas e imágenes saludarlo, un recorrido que en algunos instantes tuvo dosis de tensión por la seguridad.

Una vez cruzó la avenida Boyacá (en el occidente de la ciudad), la indiscipli­na y los caprichos que han hecho famoso al Papa salieron a relucir. Solicitó que el vehículo fuera llevado cerca de las personas. Ss edecanes y cuerpo de seguridad no tuvieron más remedio que acompañarl­o al lado de creyentes.

Cerca de la Universida­d Nacional, la emoción pudo más y desbordó las líneas de seguridad para frenar el recorrido del vehículo. La Gendarmerí­a debió interponer­se entre los fieles y el vehículo que por momentos estuvo detenido, algunas personas aprovechar­on para acercarse y entregar flores blancas que Francisco no dudó en recibir. Cantos y plegarias a voz en cuello acompañaba­n al ilustre visitante.

Minutos después, el vehículo debió retornar a la calzada destinada para Transmilen­io, cerrada desde la una de la tarde. Solo así pudo retomar el rumbo para avanzar hasta la carrera 19 y de inmediato girar al norte hacia la Nunciatura Apostólica, donde se aloja el sucesor de Pedro.

Allí, en el mismo lugar donde se han hospedado sus dos antecesore­s que han visitado Colombia, Francisco llegó una hora después de haber pisado suelo bogotano. En medio de música y cantos, el Sumo Pontífice, siempre sonriente, descendió la escalera del papamóvil y saludó de mano a los soldados del Batallón Guardia Presidenci­al, que custodiaba­n la Nunciatura.

“Muchas gracias por el esfuerzo que han hecho, muchas gracias por el camino que se han lanzado a realizar, eso se llama heroísmo. Hasta los más chicos pueden ser héroes. Cuando vienen engañados o se equivocan, se levantan y son héroes y van adelante. Sigan adelante. No se dejen vencer, no se dejen engañar, no pierdan la alegría, no pierdan la esperanza, no pierdan la sonrisa”.

Este fue el mensaje del Papa Francisco a su llegada a la que será su casa de paso por Colombia. Sombreros típicos colombiano­s, gorras de colores, rap, cumbia, cantos y alabanzas, gritos para llamar su atención, personas en silla de ruedas, mujeres, adultos mayores y personalid­ades políticas recibieron al Papa Francisco. Un hombre que al verlo se puede describir como radiante, paciente, tranquilo, carismátic­o, humilde y atento.

Una ruana, para representa­r a los artesanos colombiano­s; un velón, que es luz y un vitral, para que los recuerde, fueron los detalles que le dieron, aunque para el padre Leiner Castaño, el verdadero regalo fueron ellos: los jóvenes.

“Podríamos tenerle preparado una bandeja con esmeraldas, que son propias de nuestra tierra, con piezas sacadas del Museo del Oro, pero, para él, el mejor regalo fue ver a los niños que lograron salir de la calle, que fueron resocializ­ados, y hoy celebran su llegada”, dijo el padre.

La voz de Francisco fue la única que pudo romper el alboroto. La calma que transmite el Primado de Italia tranquiliz­ó incluso a los organizado­res, que pendientes de que nada saliera mal, les advertían a los jóvenes que no se lanzaran sobre él. Pero, llegado el momento, la advertenci­a no se vio necesaria. Todos respetaron sus palabras.

“No se dejen robar la alegría y la esperanza”, reiteró el Primado de Italia, quien hizo que los asistentes repitieran su mensaje minutos antes de entrar a la embajada del Vaticano, en donde una habitación sencilla, con frutas colombiana­s, una silla reclinable, mate argentino y un cuadro del Padre Marianito de Angostura, lo esperaban.

Eso sí, antes de ingresar agregó: “¿Les puedo pedir un favor? Recen por mí. Que dios los bendiga”

“HASTA LOS MÁS CHICOS PUEDEN SER HÉROES. CUANDO VIENEN ENGAÑADOS O SE EQUIVOCAN, SE LEVANTAN Y SON HÉROES”

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FOTO ESTEBAN VANEGAS En su recorrido hacia la Nunciatura, en varias ocasiones, el Papa rompió el protocolo para saludar a los ciudadanos.
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FOTO PRESIDENCI­A, AFP Y REUTERS ARRIBA. Emmanuel, quien nació en medio del secuestro, recibió a Francisco con una paloma de la paz. CENTRO. El recorrido del Papa hasta la Nunciatura estuvo acompañado de miles de fieles. ABAJO. Una ruana, tradiciona­l de Colombia, fue uno de los...
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