El Colombiano

EL HIMNO DUELE

- Por JUAN GÓMEZ MARTÍNEZ redaccion@elcolombia­no.com.co

Al iniciar el partido ColombiaBr­asil, como siempre, se interpreta­ron los himnos del país visitante y el de Colombia. Me llamó la atención que no percibí ningún sentimient­o patriótico al escuchar el nuestro. Me produjo más bien un dolor de patria al recordar la situación que padecemos. Los tres poderes públicos en el fondo del abismo. La corrupción, la indiferenc­ia, la violación de la Constituci­ón y las leyes, el despilfarr­o, los padrinazgo­s, la persecució­n política, son el pan de cada día en esas institucio­nes tan respetadas antes.

Un congreso entregado al ejecutivo para conseguir las coimas de este gobierno que no tiene ninguna barrera moral para manejar el presupuest­o de la Nación. Varios de los miembros del Congreso señalados y detenidos por recibir dineros de firmas del exterior para conseguir la adjudicaci­ón de contratos. Unos congresist­as que aceptan que les arrebaten sus funciones constituci­onales sin hacerse respetar, que agachan la cabeza ante las arbitrarie­dades en su contra, que no saben que repre- sentan al pueblo y que deben trabajar por ese pueblo y no para llenar sus bolsillos.

Miembros del poder judicial que aceptan dineros para acomodar sentencias y así favorecer a quienes los halagan con grandes ofertas. Miembros de ese poder que piden altas sumas para acomodar los fallos a favor de los donantes. Que intrigan para acomodar a sus familiares en cargos públicos y que aceptan las intrigas de sus colegas para hacer lo mismo en las altas Cortes. Fiscales anticorrup­ción que se encargan de corromper a sus colegas y a quienes caen en sus manos para ser investigad­os. En fin, una justicia no confiable, por culpa de algunos de sus miembros.

Justicia que lleva a la cárcel a nuestros mejores soldados, como el general Arias Cabrales y el coronel Plazas Vega, por la desaparici­ón, no probada, de personas en la tragedia provocada por el M19 y patrocinad­a por Pa

blo Escobar en el Palacio de Justicia, desapareci­dos que están apareciend­o incinerado­s como se afirmaba por parte de los soldados de la Patria. Condenan a la Fuerza Aérea Colombiana por lo sucedido en Santo Domingo, Arauca, a pesar de las pruebas que muestran que el artefacto que se usó para el asesinato de los pobladores fue artesanal como los que usan los subversi- vos y nunca la Fuerza Aérea.

Y, para rematar, un ejecutivo que lleva al país hacia la ruina económica, moral y física. Si es que no llegamos ya. Un gobierno que entrega sus mares y tierras a Nicaragua, que va a permitir que los mares de Nicaragua lleguen hasta nuestras playas.

Un gobierno que viola la Constituci­ón y las Leyes. Que convoca a un plebiscito y desconoce el resultado. Que adjudica contratos a dedo que favorecen a miembros de su gabinete (no miembras como diría Maduro), con el argumento de que hace parte de una obra que nada la relaciona y que beneficia a una firma extranjera que permeó la campaña ganadora con muchas dudas, además de los dineros hasta ahora ocultos.

¿Sería que Juanpa (como le gusta que le digamos) no permitió que se contestara la carta de Uribe y Pastrana?

¿Quién podrá salvarnos?

Ningún sentimient­o patriótico al escuchar nuestro himno. Me produjo más bien dolor de patria por la situación que padecemos.

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