AMÉRICA, BAJO EL AZOTE DE FENÓMENOS NATURALES ATERRADORES
Primero fue el huracán y tormenta Harvey, que dejó 62 víctimas mortales y más de 140.000 damnificados en Texas, con una histórica inundación en Houston. Ahora están en curso los ciclones Irma, que amenaza la Florida y causó estragos en las Antillas Menores; Katia, que aunque con vientos no tan fuertes carga una gigantesca masa de agua y puede inundar el noroeste de México, y José, que ya alcanza categoría cuatro y podría avanzar al gran Caribe.
Paralelo a estas tormentas, se desató la medianoche del jueves un terremoto de 8,2 grados que asoló el sureste de Mé- xico y que, por ahora, deja cuantiosos daños materiales y por lo menos 36 muertos.
Este escenario catastrófico inspira la solidaridad mundial con las víctimas mortales y los damnificados. Daños millonarios que no solo golpean el bolsillo de los afectados y las economías locales, sino que obligan a reflexionar sobre estos fenómenos extremos que parecen convertirse en señales tempranas de alteraciones medioambientales.
Las lluvias intensas y prolongadas y las altas temperaturas de sequía y evaporación. Hay quienes, como el presidente de Estados Unidos, Do- nald Trump, e incluso algunos investigadores reputados se niegan a aceptar el cambio climático y el calentamiento global, mientras que otros expertos, basados en indicadores de temperaturas terrestres, nos dicen que es necesario que el mundo atienda este nuevo escenario y sus desastres