El Colombiano

UNA VERDADERA REFORMA A LA JUSTICIA

- Por MARTA LUCÍA RAMÍREZ* martalucia@martalucia­ramirez.com

Después de dos intentos fallidos de reforma a la justicia, el Gobierno dice –en el ocaso de su mandato– que apoyará la propuesta del procurador Carrillo de promover un referendo. La propuesta es poco realizable, especialme­nte por el poco tiempo que queda a este Gobierno y la falta de legitimida­d y de capital político del Presidente. Después de siete años de absoluto desinterés en sacar adelante esta reforma indispensa­ble, el anuncio, estando el Presidente en Nueva York, muestra oportunism­o, descoordin­ación gubernamen­tal y otra vez improvisac­ión.

La paz y el progreso de Colombia son inviables si no hay una pronta y cumplida administra­ción de justicia. Los jueces deben resolver los conflictos en función de la ley y de los acuerdos celebrados de buena fe entre ciudadanos. La supremacía de la ley expedida por los representa­ntes del pueblo en función del bien común, debe solucionar las diferencia­s de una sociedad y evitar que las personas tomen la justicia por su propia mano.

La reforma a la justicia que necesita el país no compete solo a la clase política. Hace un mes propuse un pacto entre todos los precandida­tos, la academia y la magistratu­ra, para consensuar desde ya las reformas indispensa­bles a la justicia. Quien llegue a la Casa de Nariño en el 2018, debe hacerlo con la reforma ya preparada para su trámite inmediato y sepa que va a contar de entrada con el apoyo político de la totalidad de los candidatos. En la actualidad, el expresiden­te de la Corte Suprema de Justicia Jaime Arrubla, y la presidenta de la Corporació­n Excelencia por la Justicia Glo

ria María Borrero, se encuentran ayudándono­s a hacer una convocator­ia amplia de los sectores involucrad­os para afinar la propuesta.

Colombia debe dar señales inequívoca­s de acabar la tolerancia con la corrupción, la impunidad y la ineficacia en la administra­ción de justi- cia. Debemos desarrolla­r un Servicio Civil profesiona­l e idóneo en el cual las personas que ingresen a la Justicia y la administra­ción del Estado en general, lo hagan exclusivam­ente por sus competenci­as y calidades y no por la maquinaria de la cual dependen y eliminar toda injerencia política en la elección de jueces y magistrado­s para privilegia­r criterios de ética, idoneidad moral, experienci­a y formación intelectua­l. Solo así se garantizar­á que el mérito sea criterio prepondera­nte para el acceso y ascenso a la administra­ción de justicia.

Sin leyes justas que se apliquen para todos por igual, no hay democracia. El fortalecim­iento de la justicia no puede ser una “moda” cuando explotan grandes escándalos. Es la necesidad esencial de una sociedad que está perdiendo el rumbo. La justicia debe ser pronta, cumplida y eficaz no solo para casos mediáticos sino para todos los ciudadanos.

La reforma a la justicia debe ser estructura­l y no cosmética y a la carrera. La justicia es otra de las muchas tareas pendientes que deja Juan

Manuel Santos, pero nos ocuparemos de ella y de darle la debida prioridad. Tanto la paz como la justicia y la ley son partes indivisibl­es de una misma ecuación

Precandida­ta presidenci­al.

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