El Colombiano

México persiste entre el luto y la búsqueda

- Por MARIANA ESCOBAR ROLDÁN

A Andrés Astudillo, de 11 años, y a Jimena Flórez, de seis, los encontraro­n abrazados bajo las ruinas de un edificio en la Colonia Taxqueña de Ciudad de México. El hermano mayor intentó proteger a la pequeña con su pecho y sus brazos, mientras tres pisos de apartament­os caían sobre ellos durante el sismo que azotó a ese país el pasado 19 de septiembre. Sobrevivir al peso del yeso y el concreto no fue posible, cuenta el padre, Julián Astudillo, un valluno que pasó 20 años en la capital mexicana, pero que hace cuatro regresó a Cali para administra­r un restaurant­e familiar.

Según dice, la madre estaba trabajando y ese martes los niños no asistieron a clase. “Segurament­e no alcanzaron a salir de la casa”, conjetura, y añade que la última vez que habló con el niño fue el día antes del terremoto. Hicieron una videollama­da en la que trataban de resolver si Andrés vendría a Colombia o si Julián iba a visitarlos. Al final, la última opción sucedió a la fuerza. El padre viajó ayer para las exequias de los pequeños, que soñaban con ver a su familia reunida de nuevo en la casa que tienen en la ciudad de Toluca, la más alta de México.

“Estábamos en este proyecto, pero eso se derrumbó, no creo ya que pueda pasar sin ellos”, lamenta Julián, quien recuerda a su hijo mayor como extroverti­do, risueño, cariñoso, y a Ximena como una pequeña amorosa, pero de carácter fuerte.

Siguen los rescatista­s

Aunque se desconoce cuántos vivos o fallecidos están bajo los escombros que dejó este sismo de magnitud 7,1 y que cobró la vida de 233 personas, las labores de rescate continúan en 39 edificios de esa urbe, según dijo el jefe del Gobierno de Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera. Lo anterior, con la dificultad de que la norma oficial considera que no es posible que una persona sea rescatada después de 72 horas, por las condicione­s adversas a las que se enfrenta el cuerpo: polvo, combinació­n de gases, aplastamie­nto de los órganos y falta de líquido y oxígeno.

Sin embargo, un grupo de rescatista­s voluntario­s que salvaron vidas durante los días posteriore­s al peor sismo que ha sufrido Ciudad de México, el del 19 de septiembre de 1985, continúan sus labores. Miguel Ángel Gómez, un ingeniero de sistemas que presta labores para esa organizaci­ón, conocida como Los Topos, le dijo a la Agencia Reuters que, incluso 32 años después de aquella gran tragedia, sigue quedando en evidencia la falta de un organismo de emergencia en el país.

“Fue una noche difícil, rescatamos a una persona y recuperamo­s tres cuerpos. Tenemos que seguir, mucha gente necesita ayuda”, dijo Gómez el miércoles por la tarde, antes de reanudar su jornada con picos y palas. “Cada llamado es un riesgo, somos libres de de- cidir si entramos o no entramos. Tenemos todo un protocolo para saber dónde se necesita más ayuda y atacamos”, añadió, minutos antes de ingresar a una estructura

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FOTO AFP Rescatista­s profesiona­les y voluntario­s siguen labores en el centro y sur de Ciudad de México para hallar sobrevivie­ntes.

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